22 diciembre 2006

YA ES NAVIDAD!!!: 20.297!!! Tres millonessss de eurosssss!!!!

YA ES NAVIDAD!!! hoy me desperté con el soniquete del sorteo en la radio de la cocina!!!! Es uno de los pocos días del año que no me fastidia que suene el despertador, al revés, estoy deseando de despertarme para empezar a escuchar la radio! con la ilusión de si esta vez, me tocará algún premio! El Gordo ha sido tempranero, a las 9:50 A.M. de la mañana....


Veinte mil doscientosss noventa y sieteeeeeee!!

Tres milloneees de eurooossss!!!

Veinte mil doscientosss noventa y sieteeeeee!!!

Tres milloneees de euroossss!!!

VEINTE MIL DOSCIENTOSSSS NOVENTA Y SIETEEEEE!!!!!!

TRES MILLOOOOONESSSSS

DE EUUUUUUUUUUUUROOOSSSSSSS!!!!!


Y cual sería mi sorpresa cuando he llegado a la oficina... Qué fuerte!!!!!!!! 40 series se han vendido en Santiponce, un pueblo a unos 12 kilómetros de Sevilla!!! y tres décimos de ese afortunado número.... lo llevan los tíos de mi compañera de trabajo!!!! ufffff!!! qué guay!!!!!! estarán que no se lo creen todavía! y no es pa menos!!! 150 milloncitos de pesetas.. no está mal el regalito!! jejeje

Es lo más cerca que el Gordo de la Navidad ha estado de mi! jajaja! Aunque, bueno, no me quejaré que de los cinco décimos que llevo, cuatro acaban en 7 (mi número favorito) y, al menos, me llevo el reintegro :D (paaaaa la sacaaaaaaaa!!! jajajaja).

Que la suerte os acompañe a todos, si no ha sido en el sorteo de Navidad de hoy, que sea en el sorteo del Niño, y si no es en ese... que os acompañe la suerte en el camino de la vida!!! que eso, sí que será una lotería premiada!!!!


Un abrazo a todos y, de nuevo, Feliz Navidaddddd!!!!!!!!!!!



20 diciembre 2006

¡¡¡Os deseo lo mejor!!


Llega la Navidad....

Las calles se engalanan con bellas luces llenas de color;

la gente pasea por las calles;

los escaparates se visten de espumillón y purpurina;

los campanilleros alegran las esquinas con sus villancicos;

se regalan más sonrisas y abrazos que en el resto del año;

muchos vuelven a casa por Navidad;

los niños de San Ildefonso aclaran las gargantas para cantar el Gordo de la lotería;

son días para disfrutar de la familia y los amigos;

los niños esperan ilusionados la mágica noche de Reyes;

los Belenes de la ciudad reciben cientos de visitas;

el Niño Jesús vuelve a nacer cada Nochebuena en nuestros corazones;

y cada Nochebuena, me emociono viendo “Qué bello es vivir”;

los dulces navideños se convierten en el postre estrella;

el eco suena a “que pases unas Felices Pascuas”;

la lista de propósitos para el nuevo año empieza a tomar forma;

el espíritu navideño invade nuestras vidas;

y las calles del centro huelen a castañas asadas;

esperamos con curiosidad el último anuncio del año;

recibimos el nuevo año con serpentinas, cava, fuegos artificiales y petardos, nuestras mejores galas y alguna que otra uva atragantada entre nervios y risas;

cualquier ocasión es buena para brindar al son del “chin-chin” y desearle al prójimo lo mejor;
los niños llenan sus bolsillos de caramelos el día de la cabalgata y esa noche, es la que más nerviosos están, la que menos duermen ansiosos de que amanezca el nuevo día, y es el día que más madrugan, el día en que sus caras de felicidad iluminan, especialmente, toda la casa.

La Navidad es todo eso y mucho más, quien la reduce a 3 semanas de consumismo se pierde lo mejor y lo más hermoso de estas fechas entrañables!

¡¡Que la magia y la alegría de estas fechas inunde vuestros corazones no sólo ahora sino durante todo el año!!

¡¡Que vuestros mayores deseos e ilusiones se hagan realidad en un futuro no muy lejano!!

¡¡No olvidéis nunca que la felicidad se esconde tras las cosas sencillas y los pequeños detalles!!

¡¡Os deseo unas Felices Fiestas en compañía de vuestros seres queridos!!

¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!!




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12 diciembre 2006

¿Cazador cazado..?


¿Sabes quién se esconde tras esa sonrisa? seguramente, no tengas ni la más remota idea, verdad? Si te digo que corresponde a un chico de treinta y pocos llamado Kevin, seguramente, sigas sin saber quién es. Sin embargo, esta otra foto, probablemente, sí que la hayas visto alguna vez, ¿me equivoco...?

Y estoy segura de que te impresionaría tanto como a mi, la primera vez que la vi, hace más de 10 años, en un folleto de la campaña del DOMUND.

Pues bien, este atractivo chico se llama Kevin Carter, nació en 1961 en Sudáfrica, en la época del Apartheid y, aunque, en un principio, su vida profesional no iba por ese camino, se convirtió en un fotógrafo de gran renombre y reconocimiento mundial. Esta foto la tomó allá por el año 94. Año en que el propio Kevin decidió acabar con su vida, un fatídico 27 de julio. Si te interesa y no te importa estar algo más de diez minutos leyendo este post, te contaré por qué...
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Primero, intentaré ponerte un poco en situación. Como acabo de mencionar, Carter nació en plena época del Apartheid. Para quien no tenga demasiado claro qué era esto, “Apartheid” significa “separación” en afriakaans y neerlandés. Y fue un sistema social, político y económico racista impuesto por gobiernos de una minoría blanca en Sudáfrica entre 1948, año en que tomó forma jurídica a través de una legislación que respaldó su creación, y 1994, año en que fue desmantelado y tuvieron lugar las primeras elecciones libres, en las que Nelson Mandela, que había sido liberado cuatro años antes, se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica.

EL objetivo del Apartheid era separar las razas –por orden de jerarquía: Blancos, Asiáticos, Mestizos y Negros- tanto en el plano jurídico, con leyes para cada una, como en el plano geográfico, mediante la creación forzada de territorios diferenciados reservados para el uso exclusivo de cada grupo racial.

En 1984, cuando los disturbios en los municipios negros comienzan a darse diariamente, Carter, después de haber estado trabajando en una pequeña tienda de accesorios fotográficos y como reportero de fotos deportivas, termina involucrándose en el grupo de reporteros gráficos blancos que decidieron asumir la misión de dar a conocer al mundo los abusos y las barbaridades cometidas durante el Apartheid –tarea que hasta la fecha había sido exclusiva de los reporteros gráficos negros de Sur de África-.

A principios de los 90, para disminuir los riesgos del trabajo y poder recorrer en compañía las noches de las zonas “no blancas” sudafricanas buscando los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad del gobierno y las facciones negras, Kevin decidió trabajar codo con codo con otros tres fotógrafos, con los que mantenía amistad desde hacía años: Ken Oosterbroek, Greg Marinovich y Joao Silva.

Los mejores corresponsales de guerra del mundo estaban ahí, pero las más vívidas imágenes las consiguieron estos cuatro fotógrafos sudafricanos, que llegaron a ser tan reconocidos por su manera arriesgada y descarnada de capturar la violencia, que una revista de Johannesburgo los bautizó como “El Bang Bang Club”. Hoy, dos de ellos están muertos, y los otros dos, Greg y Joao, publicaron en 2002 un libro contando su experiencia -“El Club del Bang Bang: Instantáneas de una guerra encubierta”-. (Los párrafos entrecomillados son sacados de este libro).

En 1993, Carter sintió que su carrera como fotógrafo estaba estancada y decidió financiarse un viaje al Sudán, al que le acompañó su socio y colega Silva, con el fin de trabajar en lo que era conocido como “El Triángulo de la Hambruna” en el Sudán meridional, donde el gobierno islámico estaba en guerra con las tribus Nuer y Dinka.

Llegaron a la aldea “Ayod” en un avión de Naciones Unidas cargado de comida. “Los pobladores hambrientos rodearon el avión, salvo aquellos demasiado débiles parar caminar, que esperaban sentados alrededor de un improvisado comedor”. Los dos vieron fotos por todas partes, así que se separaron por el campamento. Un rato después, Carter se acercó a Silva excitado, restregándose los ojos, pero no llorando y le dijo: “Le estaba sacando fotos a una nena arrodillada, que apoyaba la cabeza contra el suelo y, de repente, un buitre gigante se posó detrás de ella. Seguí disparando , y recién después espanté al buitre”. Cuando trató de mostrarle el lugar, no se veía el buitre por ninguna parte, pero la nena seguía ahí, vencida por el hambre. Ninguno de los dos la ayudó a llegar al comedor, que estaba apenas a cien metros, cuenta Silva en el libro.

“Carter vendió la foto al New York Times y ésta se convirtió en un símbolo de la hambruna, usada en infinidad de posters y campañas. Cuando se publicó, llegaron a la redacción miles de cartas preguntando qué había sucedido con la niña, qué había hecho el fotógrafo. Carter tuvo que confesar que no había hecho nada. Suponía, dijo, que se había levantado por las suyas y llegado al comedor”.

La foto no tardó en darle la vuelta al mundo, llegando a ser portada de la revista TIME, convirtiendo a Kevin en alguien muy popular al que querían fichar las más prestigiosas agencias fotográficas del mundo. No obstante, la foto despertó los viejos fantasmas del fotógrafo ( en su juventud había intentado suicidarse) y empieza a sentirse cada vez peor, al encontrarse ante un gran dilema ético. Su compañero Marinovich comenta en el libro que cree que los cuestionamientos lo estaban enloqueciendo.

El 12 de abril de 1994, el New York Times llama a Carter para comunicarle que ha ganado el Premio Pulitzer, pero le resulta imposible celebrarlo, él mismo decía... “Es la foto más importante de mi carrera, pero no estoy orgulloso de ella. No quiero ni verla, la odio”.

“Cuando Joao y yo estuvimos en Somalia en 1992, en medio de la hambruna, ninguno de los dos recogió un solo chico enfermo o agonizante, aunque vimos cientos. Los mirábamos morir y sacábamos fotos. Yo me sentí impotente cuando fotografié a un hombre cuyo último hijo se le estaba muriendo en sus brazos. Eran buenas fotos; la tragedia y la violencia son imágenes poderosas; por eso las pagan así. Pero algo de la emoción, de la empatía y la vulnerabilidad que nos hacen humanos se pierde cada vez que apretamos el disparador”.

Por aquel entonces... ninguno de los cuatro fotógrafos imaginaba que el Club tenía los días contados.

El 18 de abril de 1994, el Bang Bang Club entra a Thokoza, el barrio negro más peligroso de Sudáfrica, situado a pocos kilómetros de Johannesburgo, donde eran tantos los muertos durante los enfrentamientos, que la policía dejaba los cadáveres tirados en la calle horas y horas porque, supuestamente, no daban abasto, estando a merced de jaurías de perros callejeros. Después de una discusión de Ken Oosterbroek con los peace-keepers (un cuerpo policial transitorio que se creó para controlar la violencia, tarea que realizaban sin ninguna eficacia), El Bang Bang Club se vio inmerso en un tiroteo policial en el que Marinovich fue malherido y Oesterbroek agonizaba en brazos de un fotógrafo colega, mientras Joao Silva los fotografiaba. Murió camino del hospital. Escribe Marinovich: “ No podía hacer otra cosa. A Ken le hubiera gustado ver las fotos al otro día. A fin de cuentas, Ken era el profesional consumado, el que les había enseñado que primero se sacaban las fotos y después se lidiaba con lo demás”.

Esa misma noche, Silva en un bar, borracho, destrozó varias cámaras y pensó en dejar la fotografía, mientras Carter, no paraba de gritar que esa bala debería haber sido para él. Sin embargo, al día siguiente, volvieron a Thokoza y fotografiaron el estallido más grande de violencia de toda la guerra civil, y último de esta magnitud.

Kevin Carter, fue aclamado en Nueva York cuando fue a recoger su Pulitzer, y ahora todo el mundo quería contratarlo. Pero ya, no sólo no era capaz de conseguir otra foto tan impresionante como la de la niña sudanesa, sino que, apenas era capaz de hacer fotos.

Tres meses después de recoger el premio, Kevin subió a su camioneta y conectó el tubo de escape a una manguera, cuyo otro extremo echaba los vapores dentro de la cabina herméticamente cerrada. La nota suicida, de más de ocho páginas, decía: “Estoy deprimido. [...] atrapado por imágenes de asesinatos y cadáveres, furia y dolor, niños heridos o muriéndose de hambre, hombres que aprietan el gatillo con alegría, policías y ejecutores... Voy a reunirme con Ken, si tengo suerte”. Quizá sus ojos habían visto demasiadas atrocidades y fue incapaz de soportarlo.

A finales de ese mismo año, meses después de la muerte de Carter, Joao Silva descubrió que algo en él había cambiado. Durante un bombardeo en Kabul, vio emerger de la polvareda a un hombre que llevaba a su hijo moribundo en brazos y pedía ayuda. Silva los subió a su coche y los llevó al hospital, donde el niño murió. “Hubiera tardado un segundo en sacarles la foto, pero no lo hice. En otro momento, hubiera fotografiado primero y quizá, sólo quizá, habría tratado de salvar al niño después. Nunca me había sucedido antes: de alguna manera, que ese chico muriera delante de mí hacía que todo los demás pareciera insignificante”.

“Nos sentíamos culpables. Nos sentíamos buitres. Habíamos pisoteado cadáveres, metafórica y literalmente, para ganarnos la vida. Y, a lo mejor, nuestras fotos marcaron una diferencia, mostrándole al mundo la lucha de la gente por sobrevivir, algo que de otro modo no hubieran conocido, o no tan nítidamente. Hubo momentos, donde fui culpable de no intervenir. Pero yo no tenía la culpa por los miles de hutus muriendo de cólera en el Zaire, ni por la policía abriendo fuego sobre civiles desarmados en Boipatong. El sentimiento de culpa quizá tenía que ver con nuestra incapacidad de ayudar. Manejar la culpa es fácil. Superar la incapacidad de ayudar es mucho más difícil, casi imposible. Hoy puedo decir que no sufrimos ni la centésima parte de lo que sufrió la gente de nuestras fotografías. Hoy puedo decir que no éramos responsables: solamente testigos”. Era el fin del Club del Bang Bang.
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Nunca se ha dejado de discutir en los cónclaves de defensores de los derechos humanos y en las facultades de periodismo acerca de la posición ética del que tiene que informar. ¿Se aprovecha del horror o lo evita? ¿Espanta al buitre o toma la foto?

Me pregunto qué pasa por la mente de estos fotógrafos cuando fotografían tanta barbarie. Supongo que, como mecanismo de defensa, intentarán abstraerse de la realidad, e intentar no pensar en lo que están fotografiando; de forma similar a cómo los médicos, cuando están operando, dejan de pensar que están abriendo en canal a un ser humano y que su vida está en sus manos. Porque si no, creo que el dolor que te produciría ver imágenes tan dantescas, sería insoportable. Pero no lo sé. Y realmente, no me gustaría descubrir un día qué pensamientos pasan por tu cabeza en situaciones así.

No creo ser la persona más indicada para juzgar a Carter, ni tampoco para defenderlo. Yo, que vivo en la comodidad y el confort “de mi mundo” y que me limito, sin más, sentada en la más absoluta de las pasividades, a ver a diario estas imágenes en el telediario o en los periódicos, sin hacer nada, más que decir “joder, qué horror” y seguir comiendo, y al poco, cambiar de canal y olvidarme de lo que acabo de ver. Si me paro a pensar en qué es lo que yo hubiera hecho, al igual que todos, respondería.. “sin duda, yo, hubiera salvado a la niña!”. Pero creo que eso también es muy fácil y muy cómodo decirlo porque sé que las probabilidades que tengo de tener que enfrentarme a una situación así, son más que mínimas. ¿Cómo puedo juzgar lo que hizo o no un hombre que durante años arriesgó su vida para poder transmitir al mundo las postales del horror del hambre y de la guerra con el fin de despertar las conciencias? ¿Cómo puedo yo juzgar que no ayudase a una niña, cuando a su alrededor había cientos de personas en las mismas circunstancias? ¿Cómo juzgarlo por no hacer nada, cuando, yo, tampoco hago nada?

Al fotografiar a esa niña, que sólo importaba a su familia –si es que aún seguían vivos- Carter, al menos, consiguió dar un golpe a millones de conciencias que han visto la foto o escuchado la historia; si nunca la hubiera fotografiado, nadie se hubiera enterado del suceso. Si los fotoperiodistas no documentaran las atrocidades y las barbaries cometidas en las guerras y conflictos, el mundo sería menos consciente aún de que existen. Y, al fin y al cabo, ellos no son los culpables de las situaciones que fotografían, sólo son testigos mudos de la realidad.

Así que, realmente,
¿hasta qué punto es insensible o inmoral tomar esa fotografía cuando, tal vez, haya salvado más vidas él con su foto que todos los que debatimos si actuó bien o no?

Pero claro todo esto, en la teoría, está muy bien, lo de abstraerse de la realidad al presenciar tanto sufrimiento. Pero si bien, en el justo momento, el hombre es capaz de actuar de forma fría y racional, somos humanos y nuestras fuerzas flaquean y yo diría que es bastante difícil seguir manteniendo esa frialdad y racionalidad de por vida. Lo difícil, como decía Marinovich, está en saber superar esa incapacidad de ayudar (de ayudar concretamente a una persona), en saber convivir con ella. Dudo mucho que, aunque Carter hubiera llevado a la niña al comedor, hubiera sobrevivido. Nadie sabe si esa pobre niña murió ese día o 3 meses más tarde; para morir de hambre, hay que llegar a una situación muy extrema y un plato de comida, probablemente no hubiera solucionado demasiado. Pero claro, supongo, no lo sé, que lo que a Carter le atormentaba y no supo perdonarse fue el remordimiento de que, aun sabiendo que el futuro de la niña no era en absoluto alentador, no la tomó en sus brazos para darle siquiera algo de calor humano y de ternura en sus, probablemente, últimos momentos, no intentando salvarla o no ayudándola, al menos, a morir dignamente.

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11 diciembre 2006

Hace días que no escribo...


Hace bastantes días que no ecribo nada...

No es que se me haya pasado ya la novedad de tener un blog y ya no se me ocurra nada que escribir... ni mucho menos! espero que mientras mi cabecita siga pensando y mi coranzón sintiendo, la fuente de temas sobre los que escribir sea inagotable! Simplemente, es que con esto del puente, he tenido un poco abandonado el ordenador. :-)

Pero, para los que soléis leerme (mis sinceros agradecimientos, por cierto! que ya poco tiempo tenemos siempre como para dedicarme a mi parte de él...), que sepáis que ya estoy preparando mi próximo post y que, en breve, lo colgaré. Ya, de entrada, os digo (que el que avisa no es traidor.. jejeje) que probablemente, sea un poco extenso (uppsss, siempre me pasa igual...) pero, a mi entender, creo que merecerá la pena leerlo entero. Es algo relacionado con el fotoperiodismo, y se me ocurrió hablar de esto porque el otro día, haciendo limpieza de papeles, me encontré con un folleto que había guardado durante años que, tanto en su momento como ahora, siempre me llamó la atención. He estado "invenstigando" un poco y bueno, al menos, para mi está resultando bastante interesante el tema.

Bueno, ya no me enrollo más que, al final, hasta este post lo voy a hacer largo!! qué poco desarrollada tengo la capacidad de síntesis, porras!!! jajaja...

Hasta dentro de muy poquito!

01 diciembre 2006

El SIDA en cifras.


01.DICIEMBRE.2006
DÍA MUNDIAL DE LA LUCHA CONTRA EL SIDA
DETENER EL SIDA. MANTENER LA PROMESA.
  • Hoy en día, 39.500.000 millones de personas viven con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), de los cuales el 44'8% son mujeres.
  • No obstante, las probabilidades de infección en la mujer es 3 veces superior que la del hombre. Tanto por razones biológicas (se transmite mejor de hombre a mujer que al contrario) como sociales.
  • Diariamente, se infectan por el VIH 11.000 personas en todo el mundo.
  • El 40% de las nuevas infecciones se producen en jóvenes de entre 15 y 24 años.
  • Sólo en 2006, el SIDA ha causado 2.900.000 muertes.
  • Aunque sólo el 5'8% de los infectados por el VIH/SIDA son niños menores de 15 años, representan el 17% de muertes por esta enfermedad. Los niños de los países del Sur están siendo olvidados por la industria farmacéutica y mueren innecesariamente porque es 6 veces más caro tratar a uno de estos niños que a un adulto, tal y como denuncia Médicos Sin Fronteras (MSF). Así que, la mitad de ellos muere ante de los 2 años por falta de medicamentos apropiados.
  • Combatir el VIH/SIDA es uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU para el 2015.
  • África es el epicentro de la enfermedad en el mundo y, pese a los logros realizados en algunos países como Kenia o Zimbague, no exiesten evidencias de que estén disminuyendo los contagios en el resto del continente.
  • En Suazilandia, el 33'4% de los adultos tiene el VIH. Y la incidencia de la enfermedad en las mujeres embarazadas ha pasado de un 4% en 1992 a un 43% en 2004.
  • La educación es un aspecto importante para frenar la propagación del SIDA por el territorio africano. En Uganda, se ha comprobado que un niño que no va a la escuela tiene 3 veces más posibilidades de convertirse en seropositivo cuando cumpla los 20 años que un chico que completa la educación básica.
  • España es uno de los países a la cabeza en Europa con mayor número de casos de SIDA. Se calcula que 35.000 personas son seropositivo y no lo sabe.
OJALÁ que algún día no muy lejano se descubra una vacuna contra el SIDA, y consigamos erradicar esta lacra del Siglo XXI que tantas muertes y tanto sufrimiento está causando en todo el mundo!