21 diciembre 2009

Ya Estoy De Vuelta...¡Felices Fiestas!



Que esta Navidad convierta

cada deseo en luz

cada lágrima en sonrisa

cada ilusión en caricias al alma

cada sueño en realidad

cada detalle en guiño de felicidad

cada día especial en estrella

cada momento vivido en inolvidable.



Mi sobrino Perico y yo

¡Os deseamos lo mejor

a todos los lectores de El Mundo de Angie!

04 diciembre 2009

¡Venga bodas!... ¡Pues toma "No-Boda"!

Tengo abandonadísimo mi blog y los blogs amigos. Lo sé.

Siento estar tan perdida en los últimos tiempos y siento también "abusar" tanto de esta sección del baúl de los recuerdos pero, sinceramente, ultimamente, no tengo tiempo, ni ganas y otras cosas me ocupan más la mente que la blogosfera. Pero bueno, como no quiero que os olvideis de miiiiii... Aquí os dejo un simpático post que publiqué hace ya un tiempecillo y ya me contaréis que os parece la idea, jajaja...

Un beso a todos!! Me acuerdo de todos vosotros aunque no vaya a visitaros desde hace tiempecillo, de verdad! :)


BALANCE DE LOS ULTIMOS 3 AÑOS:
UNAS 15 BODAS y MUCHO DINERO.

Quince bodas (en ninguna de ellas era yo la radiante novia) y una cantidad de dinero más que considerable empleada en el regalo a los novios y, cómo no, en ropa y complementos.

Si me pusiera a hacer cálculos, estoy convencida que todo ese dinero me hubiera dado, por ejemplo, para hacer una de las cosas que más me gusta en el mundo: viajar. Y seguramente hubiera tenido más que suficiente para cruzar el charco (cosa que estoy deseando volver a hacer desde hace 12 años), y hacerme un viajecito curioso por cualquier país de Latinoamérica, el que sea, porque me atraen todos.

A lo largo de mi vida, he ido a muchas bodas. Cuando era pequeña, lógicamente, eran mis padres los que hacían el regalo a la pareja en cuestión. Pero llegó un día en que la pequeña Angie creció y empezó a ser invitada a infinidad de bodas. Bodas de amigas y amigos que se casaban, bodas de compromiso profesional, etc..

Hay gente para quien tener que ir a este tipo de celebraciones resulta un auténtico coñazo; a mi, realmente, no es algo que me disguste. Por lo general, me gusta ir a las bodas (convite incluido, claro). Sí que es cierto que las ganas están directamente relacionadas con los novios y también con los invitados.

Evidentemente, a las bodas que he ido por compromiso laboral, he ido con un poco menos de entusiasmo, la verdad. En cambio, cuando la boda era de algún amigo, por supuesto, me he divertido mucho, me he emocionado, en definitiva, siempre lo he vivido como algo especial: mi amigo/a se casaba! Y ni que decir tiene que el regalo que les hice, lo hice más que gustosa, sin que me pesara en momento alguno (que conste que esto es totalmente cierto, a pesar de lo que a continuación diré!).

Ahora bien, independientemente de esto, si nos ponemos a quitarle todo lo que de romántico tienen las bodas, pensando en todo esto se me ocurrió algo...


Si de aquí a un par de años o tres no celebro mi propia boda, cosa que, por el camino que voy, puede ser probable... jaja (en teoría ya tendría que ser rica gracias a mi fortuna en el juego. Ja..) estoy pensando seriamente en celebrar mi “NO BODA”.

Pues sí, mi no boda. Y simplemente lo haría, digamos que por una cuestión de justicia.

Cuando alguien se casa y te invita a su boda, lo normal es que, si no quieres quedar fatal y no te escaqueas de mala manera (que casos se han dado) hagas un regalo a la pareja (normalmente, dinero, porque es lo único que quieren como regalo. Al menos, en España, no sé si también se estila esto en otros países).

Cuando esos dos que se casaron, tienen su primer hijo, lo normal es que, si te une una amistad con ellos, le hagas un regalo ante tan feliz acontecimiento.

Cuando después de ese primer retoño, llega el segundo, vuelves a hacer un regalito a la pareja. Y así sucesivamente si llegaran más (cosa que, por otro lado, en los tiempos que corren se convertiría en toda una hazaña digna de los más grandes hidalgos, pero eso es otra historia...).

Igual cuando llega la comunión de tales retoños si es que también te invitan (cosa que será bastante probable si la relación que te une a la pareja es fuerte y sólida): otro regalito para la lista...

Total, que a lo largo de tu vida, y de las suyas, te gastas una pasta gansa en regalos de boda, bautizos, comuniones y fiestas de guardar! Que lo único que te ahorras es el regalo por divorcio, si éste llegara a ocurrir. Y porque no hay costumbre de celebrar eso, o más bien, no hay costumbre de regalar (porque celebrar, seguro que lo celebra más de uno...), si no... regalo que te crió! Suerte que aún no se ha convertido en una costumbre generalizada en la sociedad porque entonces, ya no nos libraríamos ni de eso!

Y ahora yo pienso...

Si yo no me caso, no hay regalo de boda.
Si no tengo hijos, no hay regalo.
Si no tengo hijos que hagan la comunión, evidentemente, tampoco hay regalo.
Con lo cual, si no me caso, los únicos regalos que voy a recibir a lo largo de toda mi vida serán los que me hagan cada año en las Navidades y en mi cumpleaños (qué menos..!).
Así que, ¿aparte de eso, no voy a tener más regalos? ¡No es justo!

No, por independizarte e irte a vivir sola nadie te regala nada. Tampoco te regalan nada, si en vez de casarte, simplemente, te vas a vivir con tu pareja. Seguramente, los casados pensarán... “Vamos hombre, estaría bueno!” Pero si lo pensamos, en el fondo, es lo mismo, no? La única diferencia es que los novios que se casan se van a vivir juntos (si es que no viven juntos ya) y, en cambio, yo, me voy sola, y los novios que no se casan, simplemente, se van a vivir juntos, sin matrimonios (civiles o religiosos) de por medio.

Así que, por qué tendría que ser tan raro que yo organizara un convite al que invitara a familiares, amigos, compromisos profesionales y conocidos (por ejemplo, los compromisos de tus padres, que, dicho sea de paso, a veces son más invitados que los tuyos propios). ¿Por qué habría de ser tan descabellado? Al fin y al cabo, sería lo mismo, no?

Apartando a un lado la alegría que te da y la ilusión que te hace que tus invitados (no todos) vayan a tu boda porque quieres compartir con ellos ese día, en términos estrictamente económicos, podríamos reducirlo a... Convite = Regalo.

Así que supongamos (para estar en igualdad de condiciones) que organizo un convite para compartir con mis invitados la ilusión que me hace empezar una nueva vida: mi vida de soltera independiente. Lo más lógico sería que todos mis invitados me hicieran un regalo, no? Por supuesto, en dinero, porque mi lista de no-bodas también estaría completa y en las invitaciones también daría mi número de cuenta bancaria para que me hicieran el ingreso (de nuevo decir que eso se estila en España, no sé en otros países).

Celebrar mi No-Boda sería, por decirlo de alguna manera, la única forma de hacer justicia para conmigo (y para con todos los que se van a vivir juntos sin casarse) y mi bolsillo. Sería la única forma de que, todo el dinero que te has ido gastando a la largo de todo este tiempo, revirtiera a ti de alguna forma.

Así que, por estas razones, he decidido que si no me caso nunca, celebraré mi no-boda! Y aquél que me diga que ¿qué pasa si celebro mi no-boda y, al final, me caso? Todo aquél que me diga que la vida da muchas vueltas y que ¿quién me dice a mi, que un día de estos conozco al hombre de mi vida y me caso?

Mi respuesta será firme y clara... “Efectivamente, llevas razón, nadie sabe qué nos depara el futuro así que, querido, si yo celebro mi no-boda y al tiempo acabo casándome, pasará lo mismo que cuando uno se casa y al tiempo se divorcia... ¡qué mala suerte! ¡los regalos de no-boda TAMPOCO tienen devolución!”.

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16 noviembre 2009

Fina Ante El Espejo...



Fina siempre había tenido que soportar crueles bromas sobre su nombre por ser regordeta.

Creía que cuando se desarrollara, su cuerpo cambiaría y dejaría de ser rechoncha. Pero no cambió. Profundamente decepcionada, dejó de comer y perdió muchísimo peso. Lo cual en una jovencita de poca estatura, sobrepasaba los límites de lo saludable.

Evitaba mirarse a espejos para no enfrentarse al monstruo con que se topaba cuando se veía reflejada en uno.

Como negaba tener problemas, tampoco dejaba ayudarse. Hasta el día que, llorando, le dijo a su madre que había visto la canina de la muerte en el espejo.


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10 noviembre 2009

Pequeño Barco Oxidado...


No hace mucho, el amigo Yandros, propuso en su blog que nos animáramos a imaginar qué historia escondía el viejo barco oxidado de la foto. Y como yo pocas veces me resisto a aceptar este tipo de retos, me inventé una historia, la que me sugería la imagen. He de decir que la escribí sobre la marcha y sin modificar absolutamente nada, es decir, totalmente improvisada; algo que no suelo hacer con mis escritos, ya que los repaso y modifico varias veces hasta que me quedan justamente como quería que me quedaran. A Yandros le gustó bastante, así que ahora la comparto también con vosotros para ver qué os parece.

PEQUEÑO BARCO OXIDADO

Le pusieron por nombre "Tristón". Desde el día que lo botaron, estaba marcado por un triste sino: ser abandonado por su dueño que, a los pocos años de tenerlo, decidió comprarse un barco mucho más moderno pero, eso sí, con menos encanto. Y allí lo dejó, abandonado a su suerte. A su mala suerte. Triste y sólo, como un perro al que dejan al borde de una perdida carretera.

La tristeza que lo embargó al verse sin el cariño de su amo, lo fue tiñendo de óxido por todos sus rincones, haciéndole envejecer a pasos agigantados.

Hasta el día en que decidió dejar de abandonarse a su irremediable decadencia y empezar a poner todo su empeño en intentar seguir manteniéndose a flote a pesar de verse sólo en la vida.

Y allí, encallado, coqueteando con el peligro de morir hundido los días de fuerte temporal que eran muchos, como coquetean con la muerte los funambulistas cuando caminan sobre una cuerda en las alturas, siguió viendo pasar la vida día tras día.

Los lugareños admiraban atónitos cómo Tristón era capaz de enfrentarse y sobrevivir a todas las inclemencias meteorológicas de su pueblo.

Poco a poco, el barquito, aunque viejo y oxidado, se fue ganando el cariño de todos y eso le devolvió la felicidad.

Su tesón, su fortaleza y, sobre todo, las ganas de seguir adelante fuera como fuese, había servido para algo: ¡Ya no tenía amo pero tenía un centenar de amigos!

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08 noviembre 2009

Angies de Plata 2009...

El Mundo de Angie está de aniversario. ¡Cuánto ha dado de sí todo este tiempo, madre mía! Y es que ha habido de todo:

Tiempo para las risas...
Viajando en Autobús

Tiempo para la tristeza... Que es capaz de inundar el alma

Tiempo para disfrutar de los pequeños placeres de la vida...
Al son de las mareas

Tiempo para el amor...
Acudiendo a un rico panal de miel

Tiempo para el desamor...
Por no encontrar un "cómo"

Tiempo para el misterio...
Por culpa de algún A.A.N.I. bromista

Tiempo para desvariar...
Sin saber ni qué nombre ponerle a algunas cosas

Tiempo para...
La tentación

Tiempo para fantasear...
Con Leo, el vecino del 5º

Tiempo para hacer cosas juntos, con algunos de mis queridos blogueros... Gracias al relato que viajaba de imaginación en imaginación y de blog en blog

Tiempo para encuentros inesperados...
Como cuando Ágata encontró a Magnolia

Tiempo para dejar volar la imaginación...
Desafiando el destino

Tiempo para indignarse... Con peleas

Tiempo para hacer amigos...
Especiales

Tiempo para filosofar un poco...
Con las medias naranjas y las naranjas enteras

Tiempo para curiosear...
Entrando en la República Independiente de mi Mente

Tiempo para canciones...
Que nos hagan sentir que por un momento nos falte el aire

Tiempo para soñar...
Con mi querido “Deivi”

Tiempo para la desesperación...
De un maldito destino

Tiempo para la magia...
Con un Sorteo muy especial

Tiempo para viajar...
A Escocia

Tiempo para darse a los demás... Recibiendo mucho más de lo que dí

Y cómo no...

Tiempo para crear multitud de vínculos con todos vosotros gracias a los cuales, a muchos de vosotros, tengo la sensación de conoceros desde siempre.

Aquel 8 de noviembre de hace ya tres años cuando decidí crearme un blog, sin saber demasiado bien en qué consistía eso exactamente, no podía hacerme ni siquiera una mínima idea de la cantidad de buenos ratos que pasaría, simplemente, por sentarme a mirar por esta pequeña ventana al mundo.

El año pasado no pudo ser, por culpa de un fallo en la organización pero, en el 1º Aniversario
, hubo una fiesta por todo lo alto, a la que acudieron todos los amigos del blog para recoger el “Angie de Plata”, un premio que creé como muestra de agradecimiento a todos.

De nuevo, este año, me apetece mucho volver a convocar esta entrega de premios. ¡Así que, allá voy!

Las razones: ¡Muchas! Porque con vuestros comentarios me hacéis reír, reflexionar, divertirme, debatir, sentirme especial, emocionarme..., por vuestra fidelidad y entrega, por animarme cuando tengo un día tonto, por vuestra frescura y vuestra espontaneidad, por alentarme a seguir escribiendo e inventarme nuevas historias y, sobre todo, por contribuir a que este pequeño rincón sea mucho más interesante!


Sigais viniendo por aquí o no, ¡recibid con todo mi cariño el Angie de Plata!:

Adriana, Agata, Agatha Blue, Alfonso, Albino, Alijodos, Alucard, Angélina Beatriz, Angie, Artabria, Artico, Bugman, Capitán Clostridium, Carol, Cat's, Cnj, Cris, Dacid, Dafne, Druid, Druida de noche, El bosque del druida, El Titanic también se hundió, Emeefe, Ensalada de chocolate, Esteban Lob, Ev, Evichi, Evinchi, Extravagancia, Fbm, Fire, Fito, Gabi, Gamar, Garfio, Gema, Gentleman, Gorgeousefl, Guada, Habitaciones Rojas, Happy Eyes, India, Inés, Ipodgirl, Isabel, Jorge, Jose Manuel, Juan Luis, Julio, La sonrisa de Hiperión, Laura, Lilit, Loles, Mar, otra Mar, María la Magdalena, Maripaz Brugos, Marisa, Maruri, Menda, Monikamdq, Morochia, Mueja, Musa, Nadia, Nerina Thomas, Ninfa Azul, Otra vez viajar al olvido, Paco, Patri, Pau, PD, Petardy, Princesa, R. Olmo, Rominita Chii, S, Satie, Sergio, Sommer, Sobreviviré, Stella, Tecnogirl, TheJab, Ulises, Vulcano, Webero, Yandros, todos los que se me haya olvidado nombrar (por lo complicado de recopilar todos vuestros nombres sin que se me quede atrás ninguno) y todos aquellos que me leéis en silencio, que sé que sois muchos también.

¡Espero que sigáis disfrutando de este pequeño rinconcito durante mucho tiempo! Para mi, desde luego, es un auténtico pequeño gran placer. Como ya he dicho otras veces, si algún día dejara de escribir (para mí y/o para los demás), simplemente, dejaría de ser yo. Así que El Mundo de Angie forma parte de mi. ¡No podría ser de otra manera!

¡Un beso a todos!Angie.

***

NOTA: Algunos de vosotros, los que lleváis por aquí más tiempo, ya los habréis leído. Os he dejado un montón de enlaces (los que están en turquesa) de lo más variados, con los que os podéis hacer una buena idea (si tenéis paciencia de leerlos, claro, jaja) de la cantidad de temas sobre los que he escrito. Algunos son de mis posts favoritos. Digamos que es una buena ocasión para sacar de golpe un montón de posts de la recientemente inaugurada sección "El baúl de los recuerdos".
***

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31 octubre 2009

La Rebelión de los Grifos...

Hoy es Halloween (qué novedad..), pero no hablaré de esta fiesta de la que no soy muy seguidora, prefiero compartir con vosotros una vieja anécdota que me sucedió hace unos cuantos años en uno de los campamentos en los que fui monitora.

Os pongo en situación: Cada verano, hacíamos dos campamentos, uno urbano en Piedras Redondas, un barrio de Almería, y otro rural, en un pueblo de Granada. Pues bien, el extraño suceso se desarrolla en Huetor Santillan, un pueblo situado en la Sierra de Huetor, durante el campamento rural. 10 adultos, entre monitores y equipo de cocina y 30 ó 35 niños de entre 13 y 14 años ( por cierto, los más difíciles de controlar, jajaja...) en un caserón grande, durante 1 semana.

Luis y Diego, dos de los monitores, llevaban los tres días que llevábamos de campamento bromeando con que la casa estaba medio poseída por Candi. Enseguida os la presento. Candi era “Sor Cándida”, una monja cuyo cuadro estaba en una de las salas de la casa, y la verdad
que daba un poco de miedo verla, porque era una imagen un poco antigua, un tanto tétrica... Así que los dos se lo pasaban pipa intentando meter el miedo en el cuerpo a las monitoras; que si Candi nos acompañaba en todos nuestros movimientos, que si además de ella, había más “fantasmas”, y ¿tonterías? del estilo...

El caso es que, a mitad del campamento, nos sucedió algo que.... aysss! Se me ponen los pelos de punta cada vez que me acuerdo! Se acercaba el anochecer, todos los monitores estábamos en la planta de abajo con todos los niños, si no recuerdo mal, organizándolos para que se preparan para la cena y las actividades que hacíamos por las noches. De repente, escuchamos un ruido arriba. “¿y ese ruido? Si estamos todos abajo...” pensé. Así que Luis, María la Magdalena (conservaré tu anonimato...) y yo, decidimos subir a ver qué era. En buena hora, con lo cagueta que soy yo...

Luis iba el primero. Empezamos a subir las escaleras sigilosamente y con un poco de nervios también, sobre todo, María M. y yo. Cuando llegamos a la planta de arriba, advertimos que el ruido procedía de la barraca, el dormitorio grande donde dormían todos los niños. Entramos y el ruido se escuchaba cada vez más fuerte. En uno de los cuartos de baño, alguien se había dejado el grifo de una de las duchas abierto. ¡Ufff, qué alivio sentimos al descubrir que ahí acababa el misterio! Sin más, cerramos el grifo y nos fuimos.

Y cuál sería nuestra sorpresa que, justo cuando nos disponíamos a salir de la habitación, de repente, volvimos a escuchar el ruido de un grifo abierto. Volvimos sobre nuestros pasos. Otro grifo abierto, de otra ducha. ¡ Madre mía! y esto..?

En la barraca había dos cuartos de baños con 5 ó 6 duchas y 5 ó 6 lavabos cada uno. Revisamos todos los de uno de ellos, asegurándonos de que todos y cada uno quedaban bien cerrados y, mientras estábamos en ello, empezamos a oír el ruido de grifos abiertos en el otro cuarto de baño. Llegamos al otro baño y, efectivamente, había un par de grifos abiertos y una de las duchas. Con la cara un poco descompuesta ya ante lo desconcertante de la situación, de nuevo, nos dispusimos a lo mismo, a revisar cada grifo y dejarlos bien cerrados. Y de repente... "No puede ser! Más grifos abiertos?!!!" De nuevo, del primer cuarto de baño, que justo hacía dos minutos acabábamos de revisar.

“Pero qué coño está pasando aquí?” – dijo Luis-. Es que se han vuelto locos los grifos?". Parecía que alguien activaba el botón de “encendido” y abría los grifos aleatoriamente, como creando
una sinfonía musical. Salimos hacía el pasillo, y vimos llegar a Diego, que venía en nuestra busca al ver que tardábamos en bajar.

“Diego, aquí esta pasando algo raro...” - le dijimos los tres apresuradamente.

Antes de seguir, tengo que contaros que Diego es psicólogo, y es como muy científico y bastante escéptico con este tipo de cosas. Hasta que no encuentra una explicación lógica, no se queda tranquilo....

“- ¡Diego, Diego, que
aquí está pasando algo extraño! Que los grifos se abren y se cierran solos, a su antojo! “

- Anda ya! No digáis tonterías, hombre! cómo se van a cerrar y abrir los grifos solos? No será que alguien se dejó un par de grifos medio abiertos sin darse cuenta?

- No!! – contestamos enérgicamente los tres! Hemos comprobado y recomprobado que estaban bien cerrados y, a pesar de ello, han vuelto a echar agua a toda presión algunos!

- Pues, que queréis que os diga pero eso no tiene mucho sentido... Aún así, vayamos a ver...”

Una vez más, nos dispusimos a entrar en los cuartos de baños. Diego iba el primero (en plan “Juan Sin Miedo”...), detrás Luis, y las últimas, María M. y yo, agarradas de la mano pues, como ya dije al principio, soy (somos) muy miedosas....

Todo estaba en calma. Diego revisó uno por uno todos los grifos. Todos cerraditos y en el más absoluto de los silencios... Tardó menos que un plis en empezar a decirnos que estaba todo bien, que habría sido que no los habíamos cerrado del todo, bla, bla, bla... Mientras, nosotros tres, con caras de “ vale, me encanta! Ahora parece que son paranoias nuestras, hombre!”...

Y justo cuando íbamos a salir de la barraca.... “Frasssssshhhh! Frassssssssshhh! Frasssshhhh!!! De nuevo, grifos abiertos!! Varios de ellos, en los dos cuartos de baño, abriéndose y cerrándose sin ton ni son! Diego no tuvo más remedio que empezar a flipar como lo habíamos hecho nosotros minutos antes.... Por nuestra parte, nuestras caras reflejaban dos cosas: satisfacción, por demostrarle a Diego que no estábamos locos y, una vez, más, desconcierto.

Una vez más, empezamos a cerrarlo todo. Por fin parecía que todo se había quedado tranquilo. Así que, nos disponíamos a irnos para abajo, donde estaban todos esperándonos. Y entonces fue, cuando nos llevamos el último susto.... En el otro ala de la casa, había un pequeño cuarto de baño, para el uso de los monitores. Ahora era ahí donde, mágicamente, por el grifo del bidé el agua estaba corriendo a toda pastilla.

Recuerdo que a mi, de puro nervio, me entró la risa y a María M. el llanto. Y a Diego y a Luis, probablemente, les entrara descomposición de barriga aunque no se lo dijeran a nadie, jajaja... María M. lo cerró y nos fuimos directos para abajo, sin querer saber más del asunto.

Los demás monitores al ver nuestras caras, un tanto blanquecinas, no tardaron en preguntarnos qué pasaba, aunque nosotros no quisimos decir nada en ese momento, porque estaban allí todos los niños.

Decidimos continuar con la marcha de lo que restaba de día, como si nada extraño hubiese pasado. Cenamos, hicimos la actividad de la noche con los niños en el porche, el rato de oración, los acostamos a todos y, por último, la reunión de monitores para la evaluar el día. Parecía que todo había vuelto a la normalidad.

Terminada la evaluación, los monitores, aunque no todos, solíamos quedarnos para charlar un rato, tomarnos alguna copichuela, en definitiva, para relajarnos y divertirnos un rato, después de un una jornada agotadora. Cómo no, Luis, Diego, María M. y yo, éramos de los que siempre nos quedábamos trasnochando a diario.

Uno de los monitores, Alberto, fue a la cocina por algunos snacks y por la coca-cola y la botella de ron (celosamente escondida,jejeje..). Al volver, comentó: “ quién ha sido el último que ha estado en el lavadero? Porque se ha dejado el grifo de la pileta abierto?”. Los cuatro nos miramos al instante. Les contamos lo que nos había sucedido horas antes, pero parecía que no nos echaban demasiada cuenta.

Cuando hubo que ir por un poco más de
hielo, nadie quería levantarse y lo echamos a suertes. Vaya por Dios, me tocó a mi! Maria M. y Luis vinieron conmigo porque la verdad es que yo no me atrevía a ir sola, jajaja... Y cuando llegamos a la cocina, el grifo del fregadero... abierto! Lo cierto es que ya empezaba a ser un tanto desesperante.

De lo cagados que estábamos (sobre todo, los cuatro que lo habíamos visto), esa noche ni nos duchamos porque, como ya estaban todos los niños durmiendo y algunos monitores, en la planta de arriba había que ir a oscuras, sólo con la luz de un pequeño quinquel; así que preferimos hacerlo a la mañana siguiente, con la “maravillosa y segura” luz del día.

Por fin llegó la hora de irnos a dormir. Diego, Luis, María M y yo dormíamos en la misma habitación. Como estábamos rendidos, enseguida nos dormimos. Diego, dormía en la cama de al lado mía. Dormía con una linterna enganchada en la mano, porque siempre se levantaba en la noche para ir al baño, y así no se tropezaba con nada ni despertaba a nadie al encender la luz.

Inmersos todos en un profundo sueño, de repente, a Diego no se le ocurre otra cosa que pegar un salto de la cama, encender la linterna alumbrando hacía la ventana y gritar a todo pulmón... “Quién anda ahiiiiiií?!”. Lógicamente, todos nos despertamos sobresaltados, más bien con el corazón en la boca, del susto que nos acababa de meter!

“- Diego, por Dios, qué coño haces?!!!!
- Joderrrr, que he visto a alguien en la ventana!!!
- No hay nada, ni en la ventana ni fuera” – le dijimos cuando nos asomamos.
- Pues os juro que yo he visto a alguien o, no sé, el reflejo de alguien o de algo, pero yo he visto algo, eso seguro!!
- Chiquillo, habrá sido una pesadilla. Es normal, después de la sesión de sustitos que hemos tenido hoy. Sigamos durmiendo, por favor, que sólo quedan 3 horas para que nos suene el despertador”.

Con alguna que otra dificultad, conseguimos volver a dormirnos poco a poco.

A la mañana siguiente, sonó el despertador, nos pegamos una buena ducha para espabilarnos y empezar un día más de campamento con los niños. El día transcurrió sin el menor atisbo de extrañezas. No más grifos abriéndose y cerrándose, ni más ruidos extraños, ni más sobresaltos en la noche. Si la casa tenía duendes o fantasmas juguetones o a una Candi con ganas de bromear, sin duda, parecía que se habían cansado ya de jugar con nosotros. Nunca encontramos explicación lógica alguna a lo de aquél día, y como ya no había vuelto a pasar nada extraño, decidimos no darle más importancia al asunto.

El último día de campamento, cuando estaba ya todo recogido, todos los niños estaban ya en el porche con sus equipajes y sólo faltaba que los monitores de mi habitación bajáramos nuestras mochilas, nos sucedió algo extraño.

Diego y Luis, bajaron sus equipajes y ya sólo quedábamos arriba, Maria M., que era la jefa del campamento, y yo, que estábamos revisando que todo estaba correcto y ordenado. En todas las habitaciones había un crucifijo colgado en la pared. Entramos en nuestra habitación por nuestras mochilas, pero cuando ya nos íbamos a ir para abajo, nos acordamos que nos habíamos olvidado unos papeles. Cuando volvimos a la habitación, el crucifijo estaba encima de la mesilla de noche. Las dos nos miramos atónitas, cogimos los papeles y nos salimos pitando para abajo.

Yo no sé cómo llegó el crucifijo hasta la mesilla de noche... lo que sí sé es que, minutos antes, estaba colgado en la pared; que tampoco se cayó porque no oímos absolutamente ningún ruido, y que tampoco era posible que alguien pudiera haberlo puesto ahí porque estábamos solas y hubiéramos visto a cualquiera que hubiera subido, porque desde todas las habitaciones se veía perfectamente la escalera. Y ni yo lo puse allí, ni lo puso María M, pero lo cierto es que, allí estaba...

Cuando se habla de sucesos paranormales o vivencias extrañas, yo no sé si creer en ellas o no, pero lo cierto es que desde entonces, el asunto, cuanto menos, me da que pensar porque lo que nos pasó en aquella casa ese día sería paranormal o no, pero, desde luego, raro y desconcertante sí que fue y nadie me puede decir que no fue algo extraño porque yo lo ví con mis propios ojos!

Como decían en Expediente X... La verdad está ahí fuera...

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2 cositas:

La más importante de todas: QUIERO DEDICARLE ESTE POST (aunque sea un poco "hallowweenesco", jaja..) A MI QUERIDA MAMI, que hoy es su cumple!!! FELICIDADESSSSSSSSSS, MAMÁ!!!! TE QUIERO MUCHOOOOOOOOOO!!!

Y la otra, deciros que
espero que hayáis disfrutado de este post que también he sacado hoy del baúl de los recuerdos (pues ya lo publiqué hace un par de años).

Espero, al menos, haberos entretenido un rato, a pesar de que haya sido un poco largo (que se que más de uno igual lo ha dejado a la mitad, jaja).
Siento estar un poco desconectada de la blogosfera, tanto en mi blog como en los vuestros; es por circunstancias ajenas a mi voluntad, ya vendrán tiempos en los que pueda estar más presente...

Mientras tanto, espero que no os olvidéis de mi, eh??

Nada, chicos, que disfrutéis mucho de este finde, que es un poquito más largo de lo normal!

Besos a todos!

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28 octubre 2009

Mis Pecados...

A petición de mi querida S., aquí os dejo un reto que me encasquetó porque su parte cotilla quiere saber si soy una pecadora en toda regla o no... Son una serie de preguntas que he contestado relacionadas con los siete pecados capitales.

IRA

¿Con quién te has enfadado por última vez?
No lo recuerdo, así que debe haber sido hace mucho tiempo.

¿Golpearías a alguien del sexo opuesto?
No, la violencia sólo conduce a cosas malas.

¿Qué hay de golpear a alguien de tu mismo sexo?
Respondo lo mismo que en la pregunta anterior.

¿Quién ha sido la última persona que realmente se ha cabreado contigo?
Pues tampoco lo recuerdo. No suelo dar motivos.

¿Cuál es tu objeto favorito con el que te descargas?
Un lápiz y un papel.

¿Eres rencoroso?
No.

PEREZA

¿Hay algo que se supone que deberías hacer diariamente pero que hace mucho tiempo que no haces?
Caminar una hora al día.

¿Cuál es la hora más tarde a la que te has despertado?
Las 8 de la tarde.

¿Nombra una persona con la que deberías haber contactado pero que no lo has hecho?
Siempre acabo llamando a todo aquel con quien quiero hablar.

¿Cuál es la última excusa sin pies ni cabezas, fácil de descubrir como excusa, que has puesto?
“siento el retraso, justo cuando pensaba ponerme a arreglarme, se ha metido mi madre/padre a la ducha ”.

¿Has visto la teletienda alguna vez por no levantarte del sillón y cambiar el canal?
No.

¿Cuándo fue la última vez que hiciste deporte decentemente?
Ayer

¿Cuántas veces has parado la alarma del despertador hoy?
Dos.

GULA

¿Cuál es tu bebida alcohólica?
Barceló con coca-cola light

¿Carnívoro?
Omnívoro.

¿Cuál es la cantidad máxima de alcohol que has tomado de una sentada?
“unos cuantos cubatas”.

¿Qué prefieres: dulces, comidas saladas o con muchas especias picantes?
¡Especias picantes, ni de lejos!

¿Has mirado alguna vez a algún animalillo o un niño pequeño y te ha entrado hambre?
No. Aunque a mi sobrino Perico a veces me dan ganas de comérmelo, así que, suelo comérmelo a besos cada vez que estoy con él.

LUJURIA

¿A cuántas personas has visto desnudas?
A unas cuantas.

¿Cuánta gente te ha visto desnuda?
Lo mismo que en la respuesta anterior.

¿Te han pillado alguna vez mirando al pecho/paquete/culo de alguien?
Que yo sepa, no.

¿Tienes o has tenido fantasías con gente que conoces?
¡Pues claro!

¿Cuál es la parte del cuerpo que más te gusta de una persona que te atraiga?
Eso depende de la persona. Lo primero, en la boca,los ojos y en las manos. Aunque, en realidad, los exámenes de reconocimiento son muy rápidos, en unos segundos todos echamos una visual de arriba a abajo, por delante y por detrás, no? jaja..

¿Te ha hecho proposiciones “deshonestas” algún desconocido?
No.

Sinceramente, ¿has tenido alguna vez dudas sobre tu sexualidad?
Tampoco.

AVARICIA

¿Cuántas tarjetas de crédito tienes?
Ninguna.

¿Cuál es tu tienda preferida para sentirte culpable?
Ninguna, no me siento culpable cuando compro.

Si tuvieses un millón de euros, ¿qué harías?
Un corte de manga a más de uno de mi trabajo, jajaja.., un viaje con mis amigos e invertirlo bien para poder jubilarme muy anticipadamente.

¿Qué prefieres: ser rico o famoso?
Rico. Ser famoso es un coñazo.

¿Aceptarías un trabajo aburrido si eso significase ganar muchísimo dinero?
Probablemente sí, para qué engañarnos, ganar mucho dinero es muy tentador.

¿Alguna vez te has obsesionado con algo que costaba mucho dinero?
¡Qué va, qué va!

ORGULLO

¿Qué es, de las cosas que has creado tú mismo, lo que te hace sentir más orgulloso?
Si fuera madre, diría que mis hijos. Como no los tengo, diré que mi blog, jaja.

¿Qué es lo que más orgulloso hace sentir a tus padres de ti?
No ser una hija problemática y que soy una buena persona.

¿Qué te gustaría conseguir en tu vida?
Mirar atrás dentro de 50 años y ver que he sido feliz.

¿Has participado alguna vez en algún concurso de habilidades sabiendo que tú eras mucho mejor que los demás?
Sí.

¿Has hecho trampas alguna vez para conseguir una puntuación más alta?
Alguna vez.

¿Eres orgulloso?
A veces.

ENVIDIA

¿Qué cosa de tus amigos desearías que fuese tuyo?
Su cariño, por ejemplo pero eso, afortunadamente, ya lo tengo y disfruto de ello.

¿Con qué persona te intercambiarías la vida?
Con ninguna. Todo el mundo tiene sus grandezas y sus miserias, así que prefiero las mías que, al menos, las conozco y sé manejarlas.

¿Has sentido envidia de alguien simplemente por estar con otro alguien?
Pues sí.

¿Hay alguna cosa que te gustaría cambiar o añadir a tu cuerpo?
Por ejemplo, 10 centímetros más para medir 1’70, jaja..

¿Qué rasgo innato ves en otros que a ti te encantaría tener?
Ser menos tímida.

¿Has intentado fastidiar a alguien simplemente para salir beneficiado por envidia?
Nunca.


Bueno qué, ¿soy muy pecadora o no? jajaja...

¡Reto superado, S!
ACTUALIZACION:
Auqnue no sirva de mucho, he modificado el post. En un ejercicio de síntesis (que me viene bien practicarlo), he acortado mucho las respuestas, que es verdad lo que decís Satie, Menda, Albino... cuanto menos, mejor.. jaja..

20 octubre 2009

Arriba las Manos...

Empezaba a anochecer y Ana por fin llegaba a casa. Después de un largo día de trabajo, estaba deseando quitarse los tacones y ponerse cómoda.

Medio a oscuras porque la lámpara de la entrada se había estropeado el día anterior, entró en casa. Sin cerrar la puerta para tener algo de luz, colgó la chaqueta en el perchero que había detrás de la puerta y se agachó a recoger los zapatos, que habían volado por los aires desde el descansillo, nada más abrir la puerta.

Uno de los zapatos había caído en la entradita y el otro junto a la puerta del salón, que era la sala más cercana a la puerta de la calle. En medio del silencio, Ana escuchó un ruido. Ruido de pasos que la dejaron inmó
vil con un zapato en la mano y el otro aún por recoger. De repente, sintió una mano en su espalda que le hizo ponerse de pie en un santiamén.

No había terminado de enfocar la vista para poder ver algo en medio de la penumbra cuando escuchó... ¡Quieta! ¡Si haces todo lo que yo diga, todo irá bien, no grites! ¡Sígueme!

Agarrándole las manos por detrás de la espalda, la acercó hacia sí y, uno de espalda y otro de frente, fueron andando lentamente hasta que chocaron con la mesa del salón.

Sacando del bolsillo un mechero para encender una vela que había encima de la mesa, el intruso comenzó a decir...

De esta no te libras... ¡Esto un atraco!

La luz de la vela fue suficiente para que Ana pudiera ver el rostro del intruso. Era Leo. Lógicamente, lo había reconocido nada más pronunciar la primera palabra y por eso no había intentado defenderse dándole un zapatazo en la cabeza.

¡Arriba las manos! ¡Quítate la ropa!

Lo miró y la mirada caliente de Leo reflejaba el deseo incontrolable de hacerla suya en ese mismo instante. El subidón de adrenalina del momento había puesto a punto de caramelo a una excitada Ana que cayó rendida a los encantos de un encuentro apasionado.

Ya en la cama, después de haber hecho el amor...

-Desde luego, Leo, no sé yo si un día de estos.. ¡me vas a matar de gusto o de disgustos...!
-¡Bueno, esperemos que de lo primero! – respodió riendo, cogiéndola de la cintura.
-¡No, cosquillas no, Leo! ¡Cosquillas noooo!- dijo entre risas revolcándose en la cama.

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12 octubre 2009

Palabroterapia...

¡Pues sí, amigos, otra vez! Estos días la cosa va de crear nuevas secciones en el blog. Ésta se va a llamar: EL BAÚL DE LOS RECUERDOS. Ahora que no tengo demasiado tiempo para ponerme a escribir cosas nuevas se me ocurre volver a sacar a la paestra cosas que escribí hace tiempo que, o bien, pasaron un tanto desapercibidas en su momento, o bien, no habéis leído porque hicísteis el gran descubrimiento (de mi blog, jajaja) más tarde. Aquí os dejo un post un poco surrealista que, además, me trae muy buenos recuerdos. Espero que os guste.

PALABROTERAPIA (16/05/2007)

Pues sí, definitivamente, padezco de insomnio. Mis dificultades para conciliar el sueño, a veces, llegan a sacarme de quicio. Básicamente, el dichoso motivo es que cuando me echo a dormir no soy capaz de concentrarme; no consigo concentrarme en el simple hecho de dormir (¡con lo fácil que parece!). Le doy tantas vueltas a todo, importante o no, que no soy capaz de decirle a los pensamientos que pululan por mi mente: “¡Hasta luego, Lucas! ¡¡Mañana, más!!!”

He probado decenas de remedios naturales; duchas relajantes, todo tipo de infusiones (y eso que las odio!), valeriana, que también es natural, leer, poner la teletienda, hasta contar ovejitas... y nada, mi insomnio me dice que “nanai de la china"!

El caso es que tengo un amigo que dice que hay palabras que relajan. Sí, sí, que relajan. Él lo llama Palabroterapia. Al poco tiempo de iniciarme como blogger, hice una pequeña reflexión acerca del valor de las palabras pero desde luego, hasta ahora, no había contemplado la posibilidad de la existencia de palabras con efectos relajantes...

- No tienes muy buena cara, qué te pasa, Angie?
- Ufff, tío! Que llevo unos días durmiendo fatal. No consigo dormirme antes de las 4’00 de la mañana y claro, el cansancio comienza a hacer estragos en mi.
- ¿Otra vez con insomnio? ¡Vaya tela! Pues eso tienes que solucionarlo, tía.
- Ya, pero y qué le hago? Los remedios naturales no me sirven de nada y tengo claro que no voy a tomar pastillas para dormir. Prefiero aguantarme.
- Pues sabes, yo que tú probaría lo de las palabras que relajan.

- Lo de las palabras que relajan ¿ y se puede saber qué porras es eso?
- Pues eso, que hay palabras que relajan. Tú, cuando necesites relajarte un poquito, respira hondo y di en voz alta, clara y pausada “Bradli” (seguramente, no se escriba así pero bueno, así suena..) “Bradli”, Bradli”... y ya verás como, poco a poco, vas entrando en un placentero estado de relax.
- ¿Estás seguro? ¿Cómo va a relajar eso, Jose?
- Que sí, Angie, tú hazme caso y ya verás.
- Mmmmm...
- También puedes utilizar otras palabras. Glasgow, por ejemplo.
- ¿Glasgow?
- Sí, sí! Y si las vas combinando, mejor aún! “Bradli, Bradli, Glasgow, Bradli, Glasgow, Glasgow, Bradli”... y así, al poco, verás como te duermes.
- ¿Te estás quedando conmigo, no?
- ¡Que no, chiquilla! ¡Ah! Y para casos extremos... “erre que erre, erre que erre” también relaja.
- ¡Ja, ja, ja... No puedo contigo! ¡Lo tuyo es de psicólogo, tío!
- Sí, sí, lo que tú quieras, pero tú acuérdate de esas palabras cuando no puedas dormirte...

La otra noche, allí estaba yo, acostada y, una vez más, sin poder pegar ojo. ¡Ni tila, ni lectura, ni ovejitas que valieran! Y entonces, me acordé de la conversación que tuve con mi amigo...

“Caray, Angie! ¿y si pruebas lo de las palabras que relajan? ¿Será verdad? ¿Cómo era? ¡Bradli, Bradli, Glasgow, Glasgow..! ¡Aysss! ¿y cuáles eran las palabras para casos de necesidad? ¿“Ábrete Sésamo”? no, eso era lo de Alibabá. ¿”1+1 son 7”? Anda no, que eso era lo de Los Serrano. ¡Lo tengo! ¡“Erre que erre, erre que erre”!...

Y allí estaba yo, en mitad de la noche oscura y silenciosa, recitando las palabras ¿mágicas? Venga, Angie, respira hondo y....

“Bradli, Bradli, Glasgow, Glasgow, Bradli, Glasgow, Bradli, Bradli”

respira hondo y...

“Bradli, Bradli, Glasgow, Glasgow, Bradli” “erre que erre, erre que erre, erre que erre, erre que erre”...

A estas alturas del post, seguramente estás pensando “ el amigo de Angie estará colgado pero ella más todavía por creerle”. Puede... No te contaré si me funcionó, mejor me lo cuentas tú porque, de una cosa estoy segura... Cuando necesites relajarte, me apuesto lo que sea a que te acuerdas de mi y de este post, así que... Ya me contarás cómo te fue a ti la palabroterapia...! :P

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09 octubre 2009

Una Historia en 100 palabras (O Menos)...

Ayer, leyendo el blog de Gamar, uno de los blogueros que sigo y que me sigue, se me ocurrió inaugurar una nueva sección en mi blog. En el post que publicó contaba una pequeña historia tres veces, partiendo de una misma situación, pero con circunstancias totalmente diferentes en cada una de ellas.

Mi comentario fue una variante más de dicha historia. Y eso precisamente fue lo que me animó a crear esta nueva categoría en El Mundo de Angie: "Microrrelatos", ya que me apetece ejercitar mi capacidad de síntesis (que, a veces, me cuesta la propia vida, jajaja). La mecánica es simple, contar una historia con menos de cien palabras. A ver qué tal se me da...

De momento, aquí os dejo dos, la primera es la que publiqué en el blog de Gamar y la segunda, otra que me he inventado yo para la inauguración. A ver qué os parecen.


MINIRRELATO 1: NADA ES LO QUE PARECE




Salió del baño con los pies mojados, resbaló y quedó inconsciente. Tumbado, sentía como la oscuridad asfixiante lo aplastaba. Entonces, despertó. Todo había sido una pesadilla.

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MINIRRELATO 2: CRISIS

A punto de cumplir los cuarenta, con un trabajo que odiaba y una esposa que lo engañaba con el que creía que era su mejor amigo, se sentía un fracasado. El desencanto inundaba todos los rincones de su vida. Agobiado por tanto hastío, quiso huir de todo. En dos maletas, cupieron sus efectos más valiosos. No sabía dónde iría, ni qué haría, lo único que tenía claro era que ya había desperdiciado demasiado tiempo en ser un amargado y que ya era suficiente. El momento de darle un cambio a su vida había llegado.

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05 octubre 2009

Leo: El Vecino del 5º (Parte III)...

Leo, el vecino del 5º (Parte I): Aquí
Leo, el vecino del 5º (Parte II): Aquí
***

Los momentos mágicos son tan misteriosos y tan asombrosos que llaman poderosamente nuestra atención a la par que parecen pasar desapercibidos. Y eso fue lo que le pasó a Ana. Cuando quiso darse cuenta, llevaban unos minutos besándose. Minutos de los que, por supuesto, había perdido totalmente la noción hasta que tan romántica canción llegó a su fin.

Aunque irreales, Ana incluso creyó escuchar interferencias en el equipo de música, que la trajeron de vuelta al salón no sin cierta brusquedad. Entonces, como si de una pompa de jabón se tratara, aquel momento mágico se desvaneció en el aire.

De repente, todas las señales corporales hacia Leo fueron de rechazo. Con movimientos visiblemente atolondrados, se apartó de él.

-Lo siento, Leo, he de irme.
-Pero Ana..
-¡Necesito salir de aquí! ¡Perdóname! -le dijo ante su atónita mirada.

Ana salió tan aprisa de casa de Leo que ni siquiera cogió su bolso. Cuando llegó a la suya, se quedó sentada en el suelo, apoyada en la puerta. Ella era la primera sorprendida por tan desmedida reacción, tenía las manos sudorosas, el corazón le latía a mil por hora y aún notaba cómo le temblaban las piernas. Y, para colmo, tenía unas ganas de llorar tremendas, aunque no sabía muy bien por qué.

“¡Dios mío! ¿Qué he hecho? ¿En qué estaba pensando? ¡Que es Leo, joder!” ¿Me gusta Leo? Pero si es mi amigo, ¿cómo me va a gustar? ¡No puede ser! Es imposible. ¡No me gusta! ¿O sí? Porque entonces ¿por qué he correspondido sus besos? ¡Javián! ¡Ufff! ¿Y si se entera Javián? ¿Qué pensaría? ¡Dios! ¡No, no me gusta, claro que no me gusta! Además, no quiero meterme en otra historia, no estoy preparada. Aunque me pregunto si algún día lo estaré. ¿Y si me gusta pero no lo sé? ¿Y si estoy confundiendo la amistad? ¿Y si la está confundiendo él? ¡No quiero perder a mi mejor amigo! ¿Qué quiere Leo de mi? ¿Sólo un polvo? Él sabe cómo soy. ¿Algo más serio? ¿Y si sólo se ha dejado llevar por el momento y, en realidad, no quiere nada?...” -Miles de preguntas se su sucedían en su cabeza una y otra vez.

En realidad, la reacción de Ana tenía una explicación muy sencilla: ¡Estaba muerta de miedo!

Miedo de sentirse culpable por estar a gusto con alguien, de volver a disfrutar, a ilusionarse; miedo de volver a abrir su corazón, a sentirse vulnerable; miedo de sufrir otro desengaño, de lo desconocido, de perder un amigo; miedo de pasar página de verdad cerrando para siempre la puerta del pasado; la puerta que, aunque no lo reconociera, se resistía a cerrarle a Javián, a pesar de que él ya no la quisiera; miedo de abrir una nueva puerta y no saber si lo que habrá detrás de ella será mejor o peor; de elegir, de equivocarse; miedo de darse cuenta que Leo le gustaba mucho. Tenía miedo de volver a ser feliz.

“Será mejor que me vaya a la cama a dormir; mañana será otro día”. –pensó.

En el cenicero que había en la mesita de la entrada había un tornillo. Al verlo cuando fue a levantarse del suelo, recordó una frase que siempre decía su madre: “El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”. Se quedó parada unos instantes y entonces empezó a reírse. Cogió el tornillo y salió corriendo.

Cualquiera que la hubiera visto subiendo las escaleras a toda prisa mientras reía hubiera pensado que le faltaba un tornillo. Nunca mejor dicho... Pero es que no era un tornillo cualquiera.

Diiiiiiiiin Doooooooooon –llamó al timbre.

Leo abrió la puerta con el bolso de Ana en la mano.

-Supongo que vienes por esto –dijo abochornado.
-¡Ohhh, mi bolso! –Ana ni siquiera se había dado cuenta del olvido.
-Ana, yo...
-¡Espera, Leo, déjame hablar a mi primero! ¿Ves lo que llevo en la mano?-le dijo enseñándole el tornillo.
-Sí, el tornillo suelto que nos encontramos un día mientras paseábamos. ¿Aún lo guardas? –preguntó sorprendido.
-A pesar de que en aquellos momentos estaba totalmente desencantada del amor y no quería oír hablar de hombres, querías que lo guardara para que, cada vez que lo viera, no se me olvidara nunca que, aunque a veces se sufra, el amor es alucinante y que es maravilloso ser un “loco enamorao”. Me dijiste que el amor y la locura van cogidos de la mano y, sabes, tenías razón, Leo! Por qué vivir intentando buscar razones para todo, pensando las cosas sin cesar, si algo saldrá bien o no, prohibiéndonos dejarnos llevar. Por qué vivir con miedo a ser feliz, con miedo al amor, si el amor es lo más grande del mundo.
-Ana...-dijo, interrumpiéndola- ... sé que en los últimos meses lo has pasado muy mal por culpa de Javián, y que confiabas en mi y en nuestra amistad. No quiero que pienses que me quiero aprovechar de ti. Hace tiempo que quería hablar contigo sobre nos...
-Shhhhh, calla... -dijo poniéndole el dedo índice en los labios- ¿No te das cuenta de lo que te estoy diciendo, Leo? ¡Lo que tenga que ser, será! Mientras... ¡Bésame, tonto!
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Nota: Esta es la última parte del relato. Al menos, de momento porque, es probable que me invente en un futuro más historias sobre Leo y Ana. ¡Espero que os haya gustado y hayáis disfrutado leyéndola tanto como yo escribiéndola! Ahhh, y gracias por los días de espera.

23 septiembre 2009

Leo: El Vecino del 5º (Parte II)...

NOTA: Leo, el vecino del 5º (Parte I): Aquí

***

Una tímida sonrisa en medio de ese silencio fue lo único que Leo recibió, sin embargo, lo que Ana recibió fue una especie de descarga eléctrica directa al corazón cuando oyó aquella frase.

“Por cierto, esta noche estás preciosa, princesa”.

La frase retumbó con fuerza en todo el salón y con más fuerza aún en su cabeza. De repente, se agolparon mil ideas en su pequeña cabecita, haciendo más estruendo que un elefante en una cacharrería.

“Esta noche estás preciosa, princesa”, “Esta noche estás preciosa, princesa” –escuchaba Ana una y otra vez.

No pudo evitar que el recuerdo de Javián asaltara sus pensamientos. Siempre había sido muy halagador y esa frase la había escuchado infinidad de veces de sus labios.

“Esta noche estás preciosa, princesa”.

Ana era su princesa. Lo había sido durante más de seis años y le encantaba; pero, a veces, aún le costaba pensar que ya no lo era. ¡Y hacía tanto tiempo que no la llamaban así! Justamente un año, que era el tiempo que hacía que Ana y Javián no estaban juntos.

Todos estos pensamientos se habían sucedido en décimas de segundo, pero fueron suficientes para que Leo pensara que, aunque Ana le había sonreído, quizá había hecho algún comentario desafortunado.

-¿He dicho algo que te haya molestado? –preguntó Leo un tanto desconcertado.
-No, no –dijo volviendo de nuevo en sí- es sólo que me acordé de algo.
-¿De algo o de..?
-Bueno, Leo, ¿con qué nueva receta me vas a deleitar? –dijo sin dejarle acabar la frase.
-Vale, indirecta captada, cambiamos de tema- pensó- Con un pescado a la sal. Espero que te guste.

Efectivamente, los platos que había elegido para aquella noche habían sido todo un éxito. A Ana le encantaron, sobre todo, ese delicioso postre, al que tan bien le había encontrado el punto.

-¿Habré probado veces tu mousse de chocolate? Pues creo que esta vez es la que mejor te ha salido. Desde luego, cada día te superas más, Leo. Podrías dedicarte a esto si un día te cansas de trabajar en lo tuyo.
-¡Qué va! Esto es sólo una afición. Trabajar en la hostería es demasiado duro.
-No, no, si no digo que montes un restaurante. Digo que te plantees seriamente ser chef.
-Jajaja.. ¡Uf! ¡Peor me lo pones! Eso sí que es complicado. Será por eso que no hay demasiados chefs en el mundo.
-Bueno, tú estás harto de decírmelo. Imaginar es querer, y querer es poder. Es sólo cuestión de ponerle alas a los sueños para que echen a volar...
-Ya, pero...
-Ni pero, ni manzana. Yo sólo te digo que no estaría mal que algún día te lo plantearas – dijo ella guiñándole un ojo.
-¡Vale, pues lo mismo te digo!
-¿Yo, chef? Pero si a mi me sacan de los filetes a la plancha y los espaguetis y me pierdo...-dijo riendo.
-No, tonta, me refería a tu ilusión de dedicarte a la escritura profesionalmente. Estoy convencido que si te pusieras a conciencia, lograrías que te publicaran algo.
- Vale, pues yo me propongo seriamente lo de escribir si tu te propones seriamente lo de cocinar... -rieron.

Leo tenía la habilidad de llamar la atención de la gente y, poco a poco, consiguió que, fuera lo que fuera lo que distrajo a Ana, fuera pasando a un segundo plano. Así que la velada transcurrió con total normalidad.

Se levantó a cambiar el cd. Pista número cinco, “Moon Rive
r”, interpretada por Barbra Streisand, una de sus cantantes favoritas.

-¡Me encanta esta canción! ¿Bailas? -le dijo tomándola de la mano.

Ana nunca había sido demasiado buena bailarina pero se dejaba llevar. Además era fácil, pues el ambiente acompañaba. Buena cena, buena música, tranquilidad y lo mejor, buena compañía. Estaba a gusto, sentía que Leo la protegía mientras la mecía al son de cada nota.

Él, sin más, saboreaba el momento. Y entonces no fue capaz de contenerse por más tiempo. ¡Llevaba meses haciéndolo y por fin se había armado de valor!

A la par que sus brazos se deslizaban suavemente por su cintura, sus labios acariciaron lentamente aquellos labios carnosos que tantas veces había deseado.



Continuará...


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17 septiembre 2009

Leo: El vecino del 5º... (Parte I)

Ana llevaba algunos años viviendo en el mismo bloque. Sólo eran diez vecinos, así que se conocían todos muy bien. Salvo contadas excepciones, como la odiosa vecina cotilla y metomentodo del 2º izquierda, todos los vecinos eran bastante agradables, no obstante, con el que mejor se llevaba era con Leo, el vecino del 5º.

Ana y Javián siempre habían tenido mucho trato con él, ya que los tres eran más o menos de la misma edad. Hacía casi dos años que Leo vivía sólo, tras haber roto con su novia, con la que había vivido allí mismo durante tres años.

A raíz de la ruptura de Ana y Javián, Leo y ella empezaron a verse más a menudo. Él hacía relativamente poco que había pasado por una situación similar y sabía lo mal que lo estaba pasando y lo difícil que le estaba resultando seguir adelante con su vida. Por eso siempre intentaba estar pendiente de ella; procuraba convencerla para ir a tomar unas cervezas o ir a bailar un rato, la invitaba a su casa a merendar, porque sabía que le chiflaban los bizcochos y las tartas, la llevaba al parque a pasear y tomar un poco el aire, de vez en cuando iban al cine. En definitiva, se preocupaba por ella porque sabía lo malos que eran esos meses de duelo que tienen las rupturas amorosas que parecen ser definitivas y siempre hacía todo lo posible por sacarla de esas cuatro paredes.

Ana y Leo hacía tiempo que habían dejado de ser simplemente vecinos y se habían convertido en buenos amigos. Solían conversar durante horas, cosa que Ana, en los últimos tiempos, necesitaba muchísimo. No es que Leo fuera su mayor confidente, pero había encontrado en él la compresión que, en ocasiones, no llegaba a tener por parte de sus amigas más íntimas y una visión masculina que tampoco le venía nada mal tener.

- ¿Tienes algo que hacer esta noche, Ana?
- Aparte de ver la tele un rato cuando termine de cenar...
- Te invito a cenar en casa.
- Te lo agradezco, Leo, pero... ¡uf!, es que hoy no me apetece mucho hacer nada.
- ¡Venga ya! No seas malaje. Tengo una nueva receta que quiero cocinar y... bueno, alguien tiene que ser el conejillo de indias que se atreva a probarla, no...? -dijo guiñándole un ojo.
- Está bien. Pero porque eres tú, que si no...
- ¡Estupendo! Pues vente para casa a las diez. ¿Te parece bien?
- Sí, a las diez está perfecto.

Se apresuró a ir a comprar todo lo que le hacía falta. Leo estaba encantado con la idea de preparar una cena para ella. Se pasó casi toda la tarde metido en la cocina, pero mereció la pena. El pescado al horno tenía una pinta exquisita y el postre que había preparado estaba convencido que haría las delicias de la golosa Ana.

A las diez
y cuarto sonó el timbre. Suerte que, al vivir en el mismo bloque, Ana sólo se retrasó quince minutos porque, a veces, su eterna impuntualidad llegaba a ser desesperante.

- Buenas noches, he traído un poco de vino.
- ¡Oh! No hacía falta, Ana, pero gracias. ¡Pasa, pasa!

Cuando pasaron al salón, se sorprendió al ver lo bien que Leo había montando la mesa. Un vela en el centro, una vajilla muy chic que había comprado la última vez que había estado en Londres, las copas para el vino y, por supuesto, un cd de buena música de fondo. No faltaba detalle alguno.

- ¡Vaya, qué nivelazo, por Dios!
- ¿Te gusta?
- Sí, si. ¿Celebramos algo hoy, Leo?
- ¡Me alegro! Celebramos que no hay nada que celebrar. No hacen falta motivos especiales para hacer algo especial. ¿Por qué esperar a cumplir años para hacer una fiesta con los amigos cuando los otros 364 días también pueden ser igual de únicos?
- Tienes razón.
- Pero sabes qué, pensándolo bien, en realidad sí que hay un motivo específico para haber preparado esta cena...
- ¿De veras? –respondió intrigada- ¿Y cuál es? ¿Te han ascendido en el trabajo?
- No.
- ¿Entonces?
- ¡Tú! El motivo especial eres tú. ¡Porque toda tú eres especial! Por cierto, esta noche estás preciosa, princesa...

La respuesta de Leo fue totalmente inesperada para Ana; había sido tan contundente en sus palabras que, por unos instantes, el silencio se hizo dueño del salón y ella, sonrojada, sólo atinó a sonreír.



Continuará...
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11 septiembre 2009

Momento Mágico...

Sentada en una roca casi al borde del acantilado,
perdiendo la mirada en el horizonte de un inmenso y embravecido Atlántico,
dejándome acariciar por la suave brisa que mecían las mareas,
disfrutando del elegante baile que las gaviotas nos regalaban
y con melodías tan sublimes como la ópera de Madamme Butterfly, la aterciopelada voz de Barbra Streisand y el quejido roto de Miguel Póveda,
el murmullo de la gente no importaba en absoluto;
se hacía más y más lejano, a medida que pasaban los segundos
y el sol se escondía poco a poco entre las olas.

Puede que hubiera unas cien personas allí, pero lo que mis ojos contemplaban, mi corazón lo sentía como un regalo exclusivo para mi alma.
El resto del mundo dejó de existir,
por unos momentos, todo aquello fue para mi.
Sólo para mi.

Y entonces se hizo el silencio.

Inmersa en un mar de pensamientos
y abrumada por tanta belleza,
me encontré con la mirada humedecida
ante un espéctaculo natural iningualable,
para deleite extraordinario de mis sentidos
.

La naturaleza fue generosa conmigo al tomarme de la mano de esta manera
para adentrarme en un nuevo año
al que, por cierto, estaba deseando llegar,
regalándome lo que, sin duda, fue un
momento mágico.

¡Ella sí que sabe hacer poesía!

¡Y pensar que la vida nos regala maravillas como ésta,
tan sencillas y tan espectaculares, cada día..!

No sé si os habré sabido transmitir mínimamente algunas de las sensaciones que se agolparon en mi interior esa tarde. Por si acaso, os muestro algunas de las imágenes que inmortalicé y un pequeño video que hice que, aunque no tiene un audio demasiado bueno, ni es capaz de hacernos llegar el olor a mar, ni de hacernos sentir el viento en la cara, al menos, consiguió darle movimiento eterno a ese momento mágico que siempre quedará guardado en mi baúl de los recuerdos.












Y después... ¡la luna!

No me olvido de ti.
¡Para mi también resultas mágica!



Es inevitable sentir que el vello se me erice cada vez que vuelvo a ver este video. ¡Espero que hayáis podido disfrutarlo tanto como yo!

***

CABO DE SAN VICENTE

(PORTUGAL)

***

NOTA: Canción del video: "A Ciegas" - B.S.O. de "Los Abrazos Rotos", de Pedro Almodovar. Coplas del querer.