14 mayo 2012

Tacones Jodidos, Jodidos Tacones...

Cuando vio pasar el bus, se quitó los zapatos.

Había estado lloviendo toda la mañana y no quería que aquel conductor, que intuía con ganas de pasar a toda velocidad pisando el charco, le estropeara sus tacones favoritos: unos Manolo Blanhik que llamaban la atención a leguas de todo aquel que se cruzaba con ella.

Pero su intención fue más lenta que la del chofer. No sólo le mojó los zapatos, sino que la empapó de arriba abajo ante la mirada de los que allí esperaban intentando no reírse.

Ella comenzó a acordarse a pleno pulmón de los familiares del conductor, mientras él, que no hizo parada allí, se alejaba pensando mientras le pitaba...

“Si yo no puedo ponerme mis Manolos fuera de mi habitación, tampoco se los pone esa zorra emperifollada!...”.