31 octubre 2009

La Rebelión de los Grifos...

Hoy es Halloween (qué novedad..), pero no hablaré de esta fiesta de la que no soy muy seguidora, prefiero compartir con vosotros una vieja anécdota que me sucedió hace unos cuantos años en uno de los campamentos en los que fui monitora.

Os pongo en situación: Cada verano, hacíamos dos campamentos, uno urbano en Piedras Redondas, un barrio de Almería, y otro rural, en un pueblo de Granada. Pues bien, el extraño suceso se desarrolla en Huetor Santillan, un pueblo situado en la Sierra de Huetor, durante el campamento rural. 10 adultos, entre monitores y equipo de cocina y 30 ó 35 niños de entre 13 y 14 años ( por cierto, los más difíciles de controlar, jajaja...) en un caserón grande, durante 1 semana.

Luis y Diego, dos de los monitores, llevaban los tres días que llevábamos de campamento bromeando con que la casa estaba medio poseída por Candi. Enseguida os la presento. Candi era “Sor Cándida”, una monja cuyo cuadro estaba en una de las salas de la casa, y la verdad
que daba un poco de miedo verla, porque era una imagen un poco antigua, un tanto tétrica... Así que los dos se lo pasaban pipa intentando meter el miedo en el cuerpo a las monitoras; que si Candi nos acompañaba en todos nuestros movimientos, que si además de ella, había más “fantasmas”, y ¿tonterías? del estilo...

El caso es que, a mitad del campamento, nos sucedió algo que.... aysss! Se me ponen los pelos de punta cada vez que me acuerdo! Se acercaba el anochecer, todos los monitores estábamos en la planta de abajo con todos los niños, si no recuerdo mal, organizándolos para que se preparan para la cena y las actividades que hacíamos por las noches. De repente, escuchamos un ruido arriba. “¿y ese ruido? Si estamos todos abajo...” pensé. Así que Luis, María la Magdalena (conservaré tu anonimato...) y yo, decidimos subir a ver qué era. En buena hora, con lo cagueta que soy yo...

Luis iba el primero. Empezamos a subir las escaleras sigilosamente y con un poco de nervios también, sobre todo, María M. y yo. Cuando llegamos a la planta de arriba, advertimos que el ruido procedía de la barraca, el dormitorio grande donde dormían todos los niños. Entramos y el ruido se escuchaba cada vez más fuerte. En uno de los cuartos de baño, alguien se había dejado el grifo de una de las duchas abierto. ¡Ufff, qué alivio sentimos al descubrir que ahí acababa el misterio! Sin más, cerramos el grifo y nos fuimos.

Y cuál sería nuestra sorpresa que, justo cuando nos disponíamos a salir de la habitación, de repente, volvimos a escuchar el ruido de un grifo abierto. Volvimos sobre nuestros pasos. Otro grifo abierto, de otra ducha. ¡ Madre mía! y esto..?

En la barraca había dos cuartos de baños con 5 ó 6 duchas y 5 ó 6 lavabos cada uno. Revisamos todos los de uno de ellos, asegurándonos de que todos y cada uno quedaban bien cerrados y, mientras estábamos en ello, empezamos a oír el ruido de grifos abiertos en el otro cuarto de baño. Llegamos al otro baño y, efectivamente, había un par de grifos abiertos y una de las duchas. Con la cara un poco descompuesta ya ante lo desconcertante de la situación, de nuevo, nos dispusimos a lo mismo, a revisar cada grifo y dejarlos bien cerrados. Y de repente... "No puede ser! Más grifos abiertos?!!!" De nuevo, del primer cuarto de baño, que justo hacía dos minutos acabábamos de revisar.

“Pero qué coño está pasando aquí?” – dijo Luis-. Es que se han vuelto locos los grifos?". Parecía que alguien activaba el botón de “encendido” y abría los grifos aleatoriamente, como creando
una sinfonía musical. Salimos hacía el pasillo, y vimos llegar a Diego, que venía en nuestra busca al ver que tardábamos en bajar.

“Diego, aquí esta pasando algo raro...” - le dijimos los tres apresuradamente.

Antes de seguir, tengo que contaros que Diego es psicólogo, y es como muy científico y bastante escéptico con este tipo de cosas. Hasta que no encuentra una explicación lógica, no se queda tranquilo....

“- ¡Diego, Diego, que
aquí está pasando algo extraño! Que los grifos se abren y se cierran solos, a su antojo! “

- Anda ya! No digáis tonterías, hombre! cómo se van a cerrar y abrir los grifos solos? No será que alguien se dejó un par de grifos medio abiertos sin darse cuenta?

- No!! – contestamos enérgicamente los tres! Hemos comprobado y recomprobado que estaban bien cerrados y, a pesar de ello, han vuelto a echar agua a toda presión algunos!

- Pues, que queréis que os diga pero eso no tiene mucho sentido... Aún así, vayamos a ver...”

Una vez más, nos dispusimos a entrar en los cuartos de baños. Diego iba el primero (en plan “Juan Sin Miedo”...), detrás Luis, y las últimas, María M. y yo, agarradas de la mano pues, como ya dije al principio, soy (somos) muy miedosas....

Todo estaba en calma. Diego revisó uno por uno todos los grifos. Todos cerraditos y en el más absoluto de los silencios... Tardó menos que un plis en empezar a decirnos que estaba todo bien, que habría sido que no los habíamos cerrado del todo, bla, bla, bla... Mientras, nosotros tres, con caras de “ vale, me encanta! Ahora parece que son paranoias nuestras, hombre!”...

Y justo cuando íbamos a salir de la barraca.... “Frasssssshhhh! Frassssssssshhh! Frasssshhhh!!! De nuevo, grifos abiertos!! Varios de ellos, en los dos cuartos de baño, abriéndose y cerrándose sin ton ni son! Diego no tuvo más remedio que empezar a flipar como lo habíamos hecho nosotros minutos antes.... Por nuestra parte, nuestras caras reflejaban dos cosas: satisfacción, por demostrarle a Diego que no estábamos locos y, una vez, más, desconcierto.

Una vez más, empezamos a cerrarlo todo. Por fin parecía que todo se había quedado tranquilo. Así que, nos disponíamos a irnos para abajo, donde estaban todos esperándonos. Y entonces fue, cuando nos llevamos el último susto.... En el otro ala de la casa, había un pequeño cuarto de baño, para el uso de los monitores. Ahora era ahí donde, mágicamente, por el grifo del bidé el agua estaba corriendo a toda pastilla.

Recuerdo que a mi, de puro nervio, me entró la risa y a María M. el llanto. Y a Diego y a Luis, probablemente, les entrara descomposición de barriga aunque no se lo dijeran a nadie, jajaja... María M. lo cerró y nos fuimos directos para abajo, sin querer saber más del asunto.

Los demás monitores al ver nuestras caras, un tanto blanquecinas, no tardaron en preguntarnos qué pasaba, aunque nosotros no quisimos decir nada en ese momento, porque estaban allí todos los niños.

Decidimos continuar con la marcha de lo que restaba de día, como si nada extraño hubiese pasado. Cenamos, hicimos la actividad de la noche con los niños en el porche, el rato de oración, los acostamos a todos y, por último, la reunión de monitores para la evaluar el día. Parecía que todo había vuelto a la normalidad.

Terminada la evaluación, los monitores, aunque no todos, solíamos quedarnos para charlar un rato, tomarnos alguna copichuela, en definitiva, para relajarnos y divertirnos un rato, después de un una jornada agotadora. Cómo no, Luis, Diego, María M. y yo, éramos de los que siempre nos quedábamos trasnochando a diario.

Uno de los monitores, Alberto, fue a la cocina por algunos snacks y por la coca-cola y la botella de ron (celosamente escondida,jejeje..). Al volver, comentó: “ quién ha sido el último que ha estado en el lavadero? Porque se ha dejado el grifo de la pileta abierto?”. Los cuatro nos miramos al instante. Les contamos lo que nos había sucedido horas antes, pero parecía que no nos echaban demasiada cuenta.

Cuando hubo que ir por un poco más de
hielo, nadie quería levantarse y lo echamos a suertes. Vaya por Dios, me tocó a mi! Maria M. y Luis vinieron conmigo porque la verdad es que yo no me atrevía a ir sola, jajaja... Y cuando llegamos a la cocina, el grifo del fregadero... abierto! Lo cierto es que ya empezaba a ser un tanto desesperante.

De lo cagados que estábamos (sobre todo, los cuatro que lo habíamos visto), esa noche ni nos duchamos porque, como ya estaban todos los niños durmiendo y algunos monitores, en la planta de arriba había que ir a oscuras, sólo con la luz de un pequeño quinquel; así que preferimos hacerlo a la mañana siguiente, con la “maravillosa y segura” luz del día.

Por fin llegó la hora de irnos a dormir. Diego, Luis, María M y yo dormíamos en la misma habitación. Como estábamos rendidos, enseguida nos dormimos. Diego, dormía en la cama de al lado mía. Dormía con una linterna enganchada en la mano, porque siempre se levantaba en la noche para ir al baño, y así no se tropezaba con nada ni despertaba a nadie al encender la luz.

Inmersos todos en un profundo sueño, de repente, a Diego no se le ocurre otra cosa que pegar un salto de la cama, encender la linterna alumbrando hacía la ventana y gritar a todo pulmón... “Quién anda ahiiiiiií?!”. Lógicamente, todos nos despertamos sobresaltados, más bien con el corazón en la boca, del susto que nos acababa de meter!

“- Diego, por Dios, qué coño haces?!!!!
- Joderrrr, que he visto a alguien en la ventana!!!
- No hay nada, ni en la ventana ni fuera” – le dijimos cuando nos asomamos.
- Pues os juro que yo he visto a alguien o, no sé, el reflejo de alguien o de algo, pero yo he visto algo, eso seguro!!
- Chiquillo, habrá sido una pesadilla. Es normal, después de la sesión de sustitos que hemos tenido hoy. Sigamos durmiendo, por favor, que sólo quedan 3 horas para que nos suene el despertador”.

Con alguna que otra dificultad, conseguimos volver a dormirnos poco a poco.

A la mañana siguiente, sonó el despertador, nos pegamos una buena ducha para espabilarnos y empezar un día más de campamento con los niños. El día transcurrió sin el menor atisbo de extrañezas. No más grifos abriéndose y cerrándose, ni más ruidos extraños, ni más sobresaltos en la noche. Si la casa tenía duendes o fantasmas juguetones o a una Candi con ganas de bromear, sin duda, parecía que se habían cansado ya de jugar con nosotros. Nunca encontramos explicación lógica alguna a lo de aquél día, y como ya no había vuelto a pasar nada extraño, decidimos no darle más importancia al asunto.

El último día de campamento, cuando estaba ya todo recogido, todos los niños estaban ya en el porche con sus equipajes y sólo faltaba que los monitores de mi habitación bajáramos nuestras mochilas, nos sucedió algo extraño.

Diego y Luis, bajaron sus equipajes y ya sólo quedábamos arriba, Maria M., que era la jefa del campamento, y yo, que estábamos revisando que todo estaba correcto y ordenado. En todas las habitaciones había un crucifijo colgado en la pared. Entramos en nuestra habitación por nuestras mochilas, pero cuando ya nos íbamos a ir para abajo, nos acordamos que nos habíamos olvidado unos papeles. Cuando volvimos a la habitación, el crucifijo estaba encima de la mesilla de noche. Las dos nos miramos atónitas, cogimos los papeles y nos salimos pitando para abajo.

Yo no sé cómo llegó el crucifijo hasta la mesilla de noche... lo que sí sé es que, minutos antes, estaba colgado en la pared; que tampoco se cayó porque no oímos absolutamente ningún ruido, y que tampoco era posible que alguien pudiera haberlo puesto ahí porque estábamos solas y hubiéramos visto a cualquiera que hubiera subido, porque desde todas las habitaciones se veía perfectamente la escalera. Y ni yo lo puse allí, ni lo puso María M, pero lo cierto es que, allí estaba...

Cuando se habla de sucesos paranormales o vivencias extrañas, yo no sé si creer en ellas o no, pero lo cierto es que desde entonces, el asunto, cuanto menos, me da que pensar porque lo que nos pasó en aquella casa ese día sería paranormal o no, pero, desde luego, raro y desconcertante sí que fue y nadie me puede decir que no fue algo extraño porque yo lo ví con mis propios ojos!

Como decían en Expediente X... La verdad está ahí fuera...

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2 cositas:

La más importante de todas: QUIERO DEDICARLE ESTE POST (aunque sea un poco "hallowweenesco", jaja..) A MI QUERIDA MAMI, que hoy es su cumple!!! FELICIDADESSSSSSSSSS, MAMÁ!!!! TE QUIERO MUCHOOOOOOOOOO!!!

Y la otra, deciros que
espero que hayáis disfrutado de este post que también he sacado hoy del baúl de los recuerdos (pues ya lo publiqué hace un par de años).

Espero, al menos, haberos entretenido un rato, a pesar de que haya sido un poco largo (que se que más de uno igual lo ha dejado a la mitad, jaja).
Siento estar un poco desconectada de la blogosfera, tanto en mi blog como en los vuestros; es por circunstancias ajenas a mi voluntad, ya vendrán tiempos en los que pueda estar más presente...

Mientras tanto, espero que no os olvidéis de mi, eh??

Nada, chicos, que disfrutéis mucho de este finde, que es un poquito más largo de lo normal!

Besos a todos!

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28 octubre 2009

Mis Pecados...

A petición de mi querida S., aquí os dejo un reto que me encasquetó porque su parte cotilla quiere saber si soy una pecadora en toda regla o no... Son una serie de preguntas que he contestado relacionadas con los siete pecados capitales.

IRA

¿Con quién te has enfadado por última vez?
No lo recuerdo, así que debe haber sido hace mucho tiempo.

¿Golpearías a alguien del sexo opuesto?
No, la violencia sólo conduce a cosas malas.

¿Qué hay de golpear a alguien de tu mismo sexo?
Respondo lo mismo que en la pregunta anterior.

¿Quién ha sido la última persona que realmente se ha cabreado contigo?
Pues tampoco lo recuerdo. No suelo dar motivos.

¿Cuál es tu objeto favorito con el que te descargas?
Un lápiz y un papel.

¿Eres rencoroso?
No.

PEREZA

¿Hay algo que se supone que deberías hacer diariamente pero que hace mucho tiempo que no haces?
Caminar una hora al día.

¿Cuál es la hora más tarde a la que te has despertado?
Las 8 de la tarde.

¿Nombra una persona con la que deberías haber contactado pero que no lo has hecho?
Siempre acabo llamando a todo aquel con quien quiero hablar.

¿Cuál es la última excusa sin pies ni cabezas, fácil de descubrir como excusa, que has puesto?
“siento el retraso, justo cuando pensaba ponerme a arreglarme, se ha metido mi madre/padre a la ducha ”.

¿Has visto la teletienda alguna vez por no levantarte del sillón y cambiar el canal?
No.

¿Cuándo fue la última vez que hiciste deporte decentemente?
Ayer

¿Cuántas veces has parado la alarma del despertador hoy?
Dos.

GULA

¿Cuál es tu bebida alcohólica?
Barceló con coca-cola light

¿Carnívoro?
Omnívoro.

¿Cuál es la cantidad máxima de alcohol que has tomado de una sentada?
“unos cuantos cubatas”.

¿Qué prefieres: dulces, comidas saladas o con muchas especias picantes?
¡Especias picantes, ni de lejos!

¿Has mirado alguna vez a algún animalillo o un niño pequeño y te ha entrado hambre?
No. Aunque a mi sobrino Perico a veces me dan ganas de comérmelo, así que, suelo comérmelo a besos cada vez que estoy con él.

LUJURIA

¿A cuántas personas has visto desnudas?
A unas cuantas.

¿Cuánta gente te ha visto desnuda?
Lo mismo que en la respuesta anterior.

¿Te han pillado alguna vez mirando al pecho/paquete/culo de alguien?
Que yo sepa, no.

¿Tienes o has tenido fantasías con gente que conoces?
¡Pues claro!

¿Cuál es la parte del cuerpo que más te gusta de una persona que te atraiga?
Eso depende de la persona. Lo primero, en la boca,los ojos y en las manos. Aunque, en realidad, los exámenes de reconocimiento son muy rápidos, en unos segundos todos echamos una visual de arriba a abajo, por delante y por detrás, no? jaja..

¿Te ha hecho proposiciones “deshonestas” algún desconocido?
No.

Sinceramente, ¿has tenido alguna vez dudas sobre tu sexualidad?
Tampoco.

AVARICIA

¿Cuántas tarjetas de crédito tienes?
Ninguna.

¿Cuál es tu tienda preferida para sentirte culpable?
Ninguna, no me siento culpable cuando compro.

Si tuvieses un millón de euros, ¿qué harías?
Un corte de manga a más de uno de mi trabajo, jajaja.., un viaje con mis amigos e invertirlo bien para poder jubilarme muy anticipadamente.

¿Qué prefieres: ser rico o famoso?
Rico. Ser famoso es un coñazo.

¿Aceptarías un trabajo aburrido si eso significase ganar muchísimo dinero?
Probablemente sí, para qué engañarnos, ganar mucho dinero es muy tentador.

¿Alguna vez te has obsesionado con algo que costaba mucho dinero?
¡Qué va, qué va!

ORGULLO

¿Qué es, de las cosas que has creado tú mismo, lo que te hace sentir más orgulloso?
Si fuera madre, diría que mis hijos. Como no los tengo, diré que mi blog, jaja.

¿Qué es lo que más orgulloso hace sentir a tus padres de ti?
No ser una hija problemática y que soy una buena persona.

¿Qué te gustaría conseguir en tu vida?
Mirar atrás dentro de 50 años y ver que he sido feliz.

¿Has participado alguna vez en algún concurso de habilidades sabiendo que tú eras mucho mejor que los demás?
Sí.

¿Has hecho trampas alguna vez para conseguir una puntuación más alta?
Alguna vez.

¿Eres orgulloso?
A veces.

ENVIDIA

¿Qué cosa de tus amigos desearías que fuese tuyo?
Su cariño, por ejemplo pero eso, afortunadamente, ya lo tengo y disfruto de ello.

¿Con qué persona te intercambiarías la vida?
Con ninguna. Todo el mundo tiene sus grandezas y sus miserias, así que prefiero las mías que, al menos, las conozco y sé manejarlas.

¿Has sentido envidia de alguien simplemente por estar con otro alguien?
Pues sí.

¿Hay alguna cosa que te gustaría cambiar o añadir a tu cuerpo?
Por ejemplo, 10 centímetros más para medir 1’70, jaja..

¿Qué rasgo innato ves en otros que a ti te encantaría tener?
Ser menos tímida.

¿Has intentado fastidiar a alguien simplemente para salir beneficiado por envidia?
Nunca.


Bueno qué, ¿soy muy pecadora o no? jajaja...

¡Reto superado, S!
ACTUALIZACION:
Auqnue no sirva de mucho, he modificado el post. En un ejercicio de síntesis (que me viene bien practicarlo), he acortado mucho las respuestas, que es verdad lo que decís Satie, Menda, Albino... cuanto menos, mejor.. jaja..

20 octubre 2009

Arriba las Manos...

Empezaba a anochecer y Ana por fin llegaba a casa. Después de un largo día de trabajo, estaba deseando quitarse los tacones y ponerse cómoda.

Medio a oscuras porque la lámpara de la entrada se había estropeado el día anterior, entró en casa. Sin cerrar la puerta para tener algo de luz, colgó la chaqueta en el perchero que había detrás de la puerta y se agachó a recoger los zapatos, que habían volado por los aires desde el descansillo, nada más abrir la puerta.

Uno de los zapatos había caído en la entradita y el otro junto a la puerta del salón, que era la sala más cercana a la puerta de la calle. En medio del silencio, Ana escuchó un ruido. Ruido de pasos que la dejaron inmó
vil con un zapato en la mano y el otro aún por recoger. De repente, sintió una mano en su espalda que le hizo ponerse de pie en un santiamén.

No había terminado de enfocar la vista para poder ver algo en medio de la penumbra cuando escuchó... ¡Quieta! ¡Si haces todo lo que yo diga, todo irá bien, no grites! ¡Sígueme!

Agarrándole las manos por detrás de la espalda, la acercó hacia sí y, uno de espalda y otro de frente, fueron andando lentamente hasta que chocaron con la mesa del salón.

Sacando del bolsillo un mechero para encender una vela que había encima de la mesa, el intruso comenzó a decir...

De esta no te libras... ¡Esto un atraco!

La luz de la vela fue suficiente para que Ana pudiera ver el rostro del intruso. Era Leo. Lógicamente, lo había reconocido nada más pronunciar la primera palabra y por eso no había intentado defenderse dándole un zapatazo en la cabeza.

¡Arriba las manos! ¡Quítate la ropa!

Lo miró y la mirada caliente de Leo reflejaba el deseo incontrolable de hacerla suya en ese mismo instante. El subidón de adrenalina del momento había puesto a punto de caramelo a una excitada Ana que cayó rendida a los encantos de un encuentro apasionado.

Ya en la cama, después de haber hecho el amor...

-Desde luego, Leo, no sé yo si un día de estos.. ¡me vas a matar de gusto o de disgustos...!
-¡Bueno, esperemos que de lo primero! – respodió riendo, cogiéndola de la cintura.
-¡No, cosquillas no, Leo! ¡Cosquillas noooo!- dijo entre risas revolcándose en la cama.

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12 octubre 2009

Palabroterapia...

¡Pues sí, amigos, otra vez! Estos días la cosa va de crear nuevas secciones en el blog. Ésta se va a llamar: EL BAÚL DE LOS RECUERDOS. Ahora que no tengo demasiado tiempo para ponerme a escribir cosas nuevas se me ocurre volver a sacar a la paestra cosas que escribí hace tiempo que, o bien, pasaron un tanto desapercibidas en su momento, o bien, no habéis leído porque hicísteis el gran descubrimiento (de mi blog, jajaja) más tarde. Aquí os dejo un post un poco surrealista que, además, me trae muy buenos recuerdos. Espero que os guste.

PALABROTERAPIA (16/05/2007)

Pues sí, definitivamente, padezco de insomnio. Mis dificultades para conciliar el sueño, a veces, llegan a sacarme de quicio. Básicamente, el dichoso motivo es que cuando me echo a dormir no soy capaz de concentrarme; no consigo concentrarme en el simple hecho de dormir (¡con lo fácil que parece!). Le doy tantas vueltas a todo, importante o no, que no soy capaz de decirle a los pensamientos que pululan por mi mente: “¡Hasta luego, Lucas! ¡¡Mañana, más!!!”

He probado decenas de remedios naturales; duchas relajantes, todo tipo de infusiones (y eso que las odio!), valeriana, que también es natural, leer, poner la teletienda, hasta contar ovejitas... y nada, mi insomnio me dice que “nanai de la china"!

El caso es que tengo un amigo que dice que hay palabras que relajan. Sí, sí, que relajan. Él lo llama Palabroterapia. Al poco tiempo de iniciarme como blogger, hice una pequeña reflexión acerca del valor de las palabras pero desde luego, hasta ahora, no había contemplado la posibilidad de la existencia de palabras con efectos relajantes...

- No tienes muy buena cara, qué te pasa, Angie?
- Ufff, tío! Que llevo unos días durmiendo fatal. No consigo dormirme antes de las 4’00 de la mañana y claro, el cansancio comienza a hacer estragos en mi.
- ¿Otra vez con insomnio? ¡Vaya tela! Pues eso tienes que solucionarlo, tía.
- Ya, pero y qué le hago? Los remedios naturales no me sirven de nada y tengo claro que no voy a tomar pastillas para dormir. Prefiero aguantarme.
- Pues sabes, yo que tú probaría lo de las palabras que relajan.

- Lo de las palabras que relajan ¿ y se puede saber qué porras es eso?
- Pues eso, que hay palabras que relajan. Tú, cuando necesites relajarte un poquito, respira hondo y di en voz alta, clara y pausada “Bradli” (seguramente, no se escriba así pero bueno, así suena..) “Bradli”, Bradli”... y ya verás como, poco a poco, vas entrando en un placentero estado de relax.
- ¿Estás seguro? ¿Cómo va a relajar eso, Jose?
- Que sí, Angie, tú hazme caso y ya verás.
- Mmmmm...
- También puedes utilizar otras palabras. Glasgow, por ejemplo.
- ¿Glasgow?
- Sí, sí! Y si las vas combinando, mejor aún! “Bradli, Bradli, Glasgow, Bradli, Glasgow, Glasgow, Bradli”... y así, al poco, verás como te duermes.
- ¿Te estás quedando conmigo, no?
- ¡Que no, chiquilla! ¡Ah! Y para casos extremos... “erre que erre, erre que erre” también relaja.
- ¡Ja, ja, ja... No puedo contigo! ¡Lo tuyo es de psicólogo, tío!
- Sí, sí, lo que tú quieras, pero tú acuérdate de esas palabras cuando no puedas dormirte...

La otra noche, allí estaba yo, acostada y, una vez más, sin poder pegar ojo. ¡Ni tila, ni lectura, ni ovejitas que valieran! Y entonces, me acordé de la conversación que tuve con mi amigo...

“Caray, Angie! ¿y si pruebas lo de las palabras que relajan? ¿Será verdad? ¿Cómo era? ¡Bradli, Bradli, Glasgow, Glasgow..! ¡Aysss! ¿y cuáles eran las palabras para casos de necesidad? ¿“Ábrete Sésamo”? no, eso era lo de Alibabá. ¿”1+1 son 7”? Anda no, que eso era lo de Los Serrano. ¡Lo tengo! ¡“Erre que erre, erre que erre”!...

Y allí estaba yo, en mitad de la noche oscura y silenciosa, recitando las palabras ¿mágicas? Venga, Angie, respira hondo y....

“Bradli, Bradli, Glasgow, Glasgow, Bradli, Glasgow, Bradli, Bradli”

respira hondo y...

“Bradli, Bradli, Glasgow, Glasgow, Bradli” “erre que erre, erre que erre, erre que erre, erre que erre”...

A estas alturas del post, seguramente estás pensando “ el amigo de Angie estará colgado pero ella más todavía por creerle”. Puede... No te contaré si me funcionó, mejor me lo cuentas tú porque, de una cosa estoy segura... Cuando necesites relajarte, me apuesto lo que sea a que te acuerdas de mi y de este post, así que... Ya me contarás cómo te fue a ti la palabroterapia...! :P

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09 octubre 2009

Una Historia en 100 palabras (O Menos)...

Ayer, leyendo el blog de Gamar, uno de los blogueros que sigo y que me sigue, se me ocurrió inaugurar una nueva sección en mi blog. En el post que publicó contaba una pequeña historia tres veces, partiendo de una misma situación, pero con circunstancias totalmente diferentes en cada una de ellas.

Mi comentario fue una variante más de dicha historia. Y eso precisamente fue lo que me animó a crear esta nueva categoría en El Mundo de Angie: "Microrrelatos", ya que me apetece ejercitar mi capacidad de síntesis (que, a veces, me cuesta la propia vida, jajaja). La mecánica es simple, contar una historia con menos de cien palabras. A ver qué tal se me da...

De momento, aquí os dejo dos, la primera es la que publiqué en el blog de Gamar y la segunda, otra que me he inventado yo para la inauguración. A ver qué os parecen.


MINIRRELATO 1: NADA ES LO QUE PARECE




Salió del baño con los pies mojados, resbaló y quedó inconsciente. Tumbado, sentía como la oscuridad asfixiante lo aplastaba. Entonces, despertó. Todo había sido una pesadilla.

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MINIRRELATO 2: CRISIS

A punto de cumplir los cuarenta, con un trabajo que odiaba y una esposa que lo engañaba con el que creía que era su mejor amigo, se sentía un fracasado. El desencanto inundaba todos los rincones de su vida. Agobiado por tanto hastío, quiso huir de todo. En dos maletas, cupieron sus efectos más valiosos. No sabía dónde iría, ni qué haría, lo único que tenía claro era que ya había desperdiciado demasiado tiempo en ser un amargado y que ya era suficiente. El momento de darle un cambio a su vida había llegado.

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05 octubre 2009

Leo: El Vecino del 5º (Parte III)...

Leo, el vecino del 5º (Parte I): Aquí
Leo, el vecino del 5º (Parte II): Aquí
***

Los momentos mágicos son tan misteriosos y tan asombrosos que llaman poderosamente nuestra atención a la par que parecen pasar desapercibidos. Y eso fue lo que le pasó a Ana. Cuando quiso darse cuenta, llevaban unos minutos besándose. Minutos de los que, por supuesto, había perdido totalmente la noción hasta que tan romántica canción llegó a su fin.

Aunque irreales, Ana incluso creyó escuchar interferencias en el equipo de música, que la trajeron de vuelta al salón no sin cierta brusquedad. Entonces, como si de una pompa de jabón se tratara, aquel momento mágico se desvaneció en el aire.

De repente, todas las señales corporales hacia Leo fueron de rechazo. Con movimientos visiblemente atolondrados, se apartó de él.

-Lo siento, Leo, he de irme.
-Pero Ana..
-¡Necesito salir de aquí! ¡Perdóname! -le dijo ante su atónita mirada.

Ana salió tan aprisa de casa de Leo que ni siquiera cogió su bolso. Cuando llegó a la suya, se quedó sentada en el suelo, apoyada en la puerta. Ella era la primera sorprendida por tan desmedida reacción, tenía las manos sudorosas, el corazón le latía a mil por hora y aún notaba cómo le temblaban las piernas. Y, para colmo, tenía unas ganas de llorar tremendas, aunque no sabía muy bien por qué.

“¡Dios mío! ¿Qué he hecho? ¿En qué estaba pensando? ¡Que es Leo, joder!” ¿Me gusta Leo? Pero si es mi amigo, ¿cómo me va a gustar? ¡No puede ser! Es imposible. ¡No me gusta! ¿O sí? Porque entonces ¿por qué he correspondido sus besos? ¡Javián! ¡Ufff! ¿Y si se entera Javián? ¿Qué pensaría? ¡Dios! ¡No, no me gusta, claro que no me gusta! Además, no quiero meterme en otra historia, no estoy preparada. Aunque me pregunto si algún día lo estaré. ¿Y si me gusta pero no lo sé? ¿Y si estoy confundiendo la amistad? ¿Y si la está confundiendo él? ¡No quiero perder a mi mejor amigo! ¿Qué quiere Leo de mi? ¿Sólo un polvo? Él sabe cómo soy. ¿Algo más serio? ¿Y si sólo se ha dejado llevar por el momento y, en realidad, no quiere nada?...” -Miles de preguntas se su sucedían en su cabeza una y otra vez.

En realidad, la reacción de Ana tenía una explicación muy sencilla: ¡Estaba muerta de miedo!

Miedo de sentirse culpable por estar a gusto con alguien, de volver a disfrutar, a ilusionarse; miedo de volver a abrir su corazón, a sentirse vulnerable; miedo de sufrir otro desengaño, de lo desconocido, de perder un amigo; miedo de pasar página de verdad cerrando para siempre la puerta del pasado; la puerta que, aunque no lo reconociera, se resistía a cerrarle a Javián, a pesar de que él ya no la quisiera; miedo de abrir una nueva puerta y no saber si lo que habrá detrás de ella será mejor o peor; de elegir, de equivocarse; miedo de darse cuenta que Leo le gustaba mucho. Tenía miedo de volver a ser feliz.

“Será mejor que me vaya a la cama a dormir; mañana será otro día”. –pensó.

En el cenicero que había en la mesita de la entrada había un tornillo. Al verlo cuando fue a levantarse del suelo, recordó una frase que siempre decía su madre: “El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”. Se quedó parada unos instantes y entonces empezó a reírse. Cogió el tornillo y salió corriendo.

Cualquiera que la hubiera visto subiendo las escaleras a toda prisa mientras reía hubiera pensado que le faltaba un tornillo. Nunca mejor dicho... Pero es que no era un tornillo cualquiera.

Diiiiiiiiin Doooooooooon –llamó al timbre.

Leo abrió la puerta con el bolso de Ana en la mano.

-Supongo que vienes por esto –dijo abochornado.
-¡Ohhh, mi bolso! –Ana ni siquiera se había dado cuenta del olvido.
-Ana, yo...
-¡Espera, Leo, déjame hablar a mi primero! ¿Ves lo que llevo en la mano?-le dijo enseñándole el tornillo.
-Sí, el tornillo suelto que nos encontramos un día mientras paseábamos. ¿Aún lo guardas? –preguntó sorprendido.
-A pesar de que en aquellos momentos estaba totalmente desencantada del amor y no quería oír hablar de hombres, querías que lo guardara para que, cada vez que lo viera, no se me olvidara nunca que, aunque a veces se sufra, el amor es alucinante y que es maravilloso ser un “loco enamorao”. Me dijiste que el amor y la locura van cogidos de la mano y, sabes, tenías razón, Leo! Por qué vivir intentando buscar razones para todo, pensando las cosas sin cesar, si algo saldrá bien o no, prohibiéndonos dejarnos llevar. Por qué vivir con miedo a ser feliz, con miedo al amor, si el amor es lo más grande del mundo.
-Ana...-dijo, interrumpiéndola- ... sé que en los últimos meses lo has pasado muy mal por culpa de Javián, y que confiabas en mi y en nuestra amistad. No quiero que pienses que me quiero aprovechar de ti. Hace tiempo que quería hablar contigo sobre nos...
-Shhhhh, calla... -dijo poniéndole el dedo índice en los labios- ¿No te das cuenta de lo que te estoy diciendo, Leo? ¡Lo que tenga que ser, será! Mientras... ¡Bésame, tonto!
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Nota: Esta es la última parte del relato. Al menos, de momento porque, es probable que me invente en un futuro más historias sobre Leo y Ana. ¡Espero que os haya gustado y hayáis disfrutado leyéndola tanto como yo escribiéndola! Ahhh, y gracias por los días de espera.