Ana llevaba algunos años viviendo en el mismo bloque. Sólo eran diez vecinos, así que se conocían todos muy bien. Salvo contadas excepciones, como la odiosa vecina cotilla y metomentodo del 2º izquierda, todos los vecinos eran bastante agradables, no obstante, con el que mejor se llevaba era con Leo, el vecino del 5º.
Ana y Javián siempre habían tenido mucho trato con él, ya que los tres eran más o menos de la misma edad. Hacía casi dos años que Leo vivía sólo, tras haber roto con su novia, con la que había vivido allí mismo durante tres años.
A raíz de la ruptura de Ana y Javián, Leo y ella empezaron a verse más a menudo. Él hacía relativamente poco que había pasado por una situación similar y sabía lo mal que lo estaba pasando y lo difícil que le estaba resultando seguir adelante con su vida. Por eso siempre intentaba estar pendiente de ella; procuraba convencerla para ir a tomar unas cervezas o ir a bailar un rato, la invitaba a su casa a merendar, porque sabía que le chiflaban los bizcochos y las tartas, la llevaba al parque a pasear y tomar un poco el aire, de vez en cuando iban al cine. En definitiva, se preocupaba por ella porque sabía lo malos que eran esos meses de duelo que tienen las rupturas amorosas que parecen ser definitivas y siempre hacía todo lo posible por sacarla de esas cuatro paredes.
Ana y Leo hacía tiempo que habían dejado de ser simplemente vecinos y se habían convertido en buenos amigos. Solían conversar durante horas, cosa que Ana, en los últimos tiempos, necesitaba muchísimo. No es que Leo fuera su mayor confidente, pero había encontrado en él la compresión que, en ocasiones, no llegaba a tener por parte de sus amigas más íntimas y una visión masculina que tampoco le venía nada mal tener.
- ¿Tienes algo que hacer esta noche, Ana?
- Aparte de ver la tele un rato cuando termine de cenar...
- Te invito a cenar en casa.
- Te lo agradezco, Leo, pero... ¡uf!, es que hoy no me apetece mucho hacer nada.
- ¡Venga ya! No seas malaje. Tengo una nueva receta que quiero cocinar y... bueno, alguien tiene que ser el conejillo de indias que se atreva a probarla, no...? -dijo guiñándole un ojo.
- Está bien. Pero porque eres tú, que si no...
- ¡Estupendo! Pues vente para casa a las diez. ¿Te parece bien?
- Sí, a las diez está perfecto.
Se apresuró a ir a comprar todo lo que le hacía falta. Leo estaba encantado con la idea de preparar una cena para ella. Se pasó casi toda la tarde metido en la cocina, pero mereció la pena. El pescado al horno tenía una pinta exquisita y el postre que había preparado estaba convencido que haría las delicias de la golosa Ana.
A las diez y cuarto sonó el timbre. Suerte que, al vivir en el mismo bloque, Ana sólo se retrasó quince minutos porque, a veces, su eterna impuntualidad llegaba a ser desesperante.
- Buenas noches, he traído un poco de vino.
- ¡Oh! No hacía falta, Ana, pero gracias. ¡Pasa, pasa!
Cuando pasaron al salón, se sorprendió al ver lo bien que Leo había montando la mesa. Un vela en el centro, una vajilla muy chic que había comprado la última vez que había estado en Londres, las copas para el vino y, por supuesto, un cd de buena música de fondo. No faltaba detalle alguno.
- ¡Vaya, qué nivelazo, por Dios!
- ¿Te gusta?
- Sí, si. ¿Celebramos algo hoy, Leo?
- ¡Me alegro! Celebramos que no hay nada que celebrar. No hacen falta motivos especiales para hacer algo especial. ¿Por qué esperar a cumplir años para hacer una fiesta con los amigos cuando los otros 364 días también pueden ser igual de únicos?
- Tienes razón.
- Pero sabes qué, pensándolo bien, en realidad sí que hay un motivo específico para haber preparado esta cena...
- ¿De veras? –respondió intrigada- ¿Y cuál es? ¿Te han ascendido en el trabajo?
- No.
- ¿Entonces?
- ¡Tú! El motivo especial eres tú. ¡Porque toda tú eres especial! Por cierto, esta noche estás preciosa, princesa...
La respuesta de Leo fue totalmente inesperada para Ana; había sido tan contundente en sus palabras que, por unos instantes, el silencio se hizo dueño del salón y ella, sonrojada, sólo atinó a sonreír.
Ana y Javián siempre habían tenido mucho trato con él, ya que los tres eran más o menos de la misma edad. Hacía casi dos años que Leo vivía sólo, tras haber roto con su novia, con la que había vivido allí mismo durante tres años.
A raíz de la ruptura de Ana y Javián, Leo y ella empezaron a verse más a menudo. Él hacía relativamente poco que había pasado por una situación similar y sabía lo mal que lo estaba pasando y lo difícil que le estaba resultando seguir adelante con su vida. Por eso siempre intentaba estar pendiente de ella; procuraba convencerla para ir a tomar unas cervezas o ir a bailar un rato, la invitaba a su casa a merendar, porque sabía que le chiflaban los bizcochos y las tartas, la llevaba al parque a pasear y tomar un poco el aire, de vez en cuando iban al cine. En definitiva, se preocupaba por ella porque sabía lo malos que eran esos meses de duelo que tienen las rupturas amorosas que parecen ser definitivas y siempre hacía todo lo posible por sacarla de esas cuatro paredes.
Ana y Leo hacía tiempo que habían dejado de ser simplemente vecinos y se habían convertido en buenos amigos. Solían conversar durante horas, cosa que Ana, en los últimos tiempos, necesitaba muchísimo. No es que Leo fuera su mayor confidente, pero había encontrado en él la compresión que, en ocasiones, no llegaba a tener por parte de sus amigas más íntimas y una visión masculina que tampoco le venía nada mal tener.
- ¿Tienes algo que hacer esta noche, Ana?
- Aparte de ver la tele un rato cuando termine de cenar...
- Te invito a cenar en casa.
- Te lo agradezco, Leo, pero... ¡uf!, es que hoy no me apetece mucho hacer nada.
- ¡Venga ya! No seas malaje. Tengo una nueva receta que quiero cocinar y... bueno, alguien tiene que ser el conejillo de indias que se atreva a probarla, no...? -dijo guiñándole un ojo.
- Está bien. Pero porque eres tú, que si no...
- ¡Estupendo! Pues vente para casa a las diez. ¿Te parece bien?
- Sí, a las diez está perfecto.
Se apresuró a ir a comprar todo lo que le hacía falta. Leo estaba encantado con la idea de preparar una cena para ella. Se pasó casi toda la tarde metido en la cocina, pero mereció la pena. El pescado al horno tenía una pinta exquisita y el postre que había preparado estaba convencido que haría las delicias de la golosa Ana.
A las diez y cuarto sonó el timbre. Suerte que, al vivir en el mismo bloque, Ana sólo se retrasó quince minutos porque, a veces, su eterna impuntualidad llegaba a ser desesperante.
- Buenas noches, he traído un poco de vino.
- ¡Oh! No hacía falta, Ana, pero gracias. ¡Pasa, pasa!
Cuando pasaron al salón, se sorprendió al ver lo bien que Leo había montando la mesa. Un vela en el centro, una vajilla muy chic que había comprado la última vez que había estado en Londres, las copas para el vino y, por supuesto, un cd de buena música de fondo. No faltaba detalle alguno.
- ¡Vaya, qué nivelazo, por Dios!
- ¿Te gusta?
- Sí, si. ¿Celebramos algo hoy, Leo?
- ¡Me alegro! Celebramos que no hay nada que celebrar. No hacen falta motivos especiales para hacer algo especial. ¿Por qué esperar a cumplir años para hacer una fiesta con los amigos cuando los otros 364 días también pueden ser igual de únicos?
- Tienes razón.
- Pero sabes qué, pensándolo bien, en realidad sí que hay un motivo específico para haber preparado esta cena...
- ¿De veras? –respondió intrigada- ¿Y cuál es? ¿Te han ascendido en el trabajo?
- No.
- ¿Entonces?
- ¡Tú! El motivo especial eres tú. ¡Porque toda tú eres especial! Por cierto, esta noche estás preciosa, princesa...
La respuesta de Leo fue totalmente inesperada para Ana; había sido tan contundente en sus palabras que, por unos instantes, el silencio se hizo dueño del salón y ella, sonrojada, sólo atinó a sonreír.
Continuará...
13 comentarios:
¿Cuál será la respuesta de Ana? la experiencia dice que un salto brusco de "amigos" a "algo más" suele acabar en fracaso... pero nunca se sabe.
eh, eh, eh, cómo que continuará, cómo que continuará?? estoqueéh? ana sólo sonrió? y despues de la cena?? ya el postre, si, pero pero pero...
amoshombre, estonosehace!
:=0
Esta historia promete ....a ver que pasa...besos angie..
Esto comienzaaaa plas plas jajaja
Además Leo me da a mi que está buenorro!
Quiero que sigaaaaaaaaaa
Pues aquí llega la vecina del 5º, pero a mí no me pasan estas cosas con los vecinos, ni ganas! Ya estoy deseando que continue la historia.
Besos!
DEPRISA:
¡Eso digo yo! cuál será la respuesta? que aún no me he invetado la segunda parte, jajaja...
En cuanto a lo que dices... llevas razón... ¡nunca se sabe! La vida es una caja constante de sorpresas...
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LILIT:
Guapísima! Qué alegría me da siempre verte por aquí! :)
jajajja... por lo que veo te has quedado intrigadiiiiiísima, no?
No te preocupes, el fin de semana le daré vueltas al coco para ver si os sorprendo a todos.. :P
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ALIJODOS:
esperemos que sí! jejje...
aunque, no os creéis demasiadas expectativas no vaya a ser que me quede en blanco y no se me ocurra cómo continuar.. :S
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S:
¿lo dudabas? En mi imaginación, Leo está que te cagasssssss, jajajajaja... (ya que no abundan demasiado por las calles, al menos, que no haya escasez en nuestras imaginaciones, no? jeje..)
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NADIA:
Jajaja, verdad, hija, a mi tampoco me pasan nunca! Claro que en mi bloque somos muy pocos vecinos también, pero ni por asomo hay ninguno que se le parezca remotamente a Leo (qué lástima) y el que menos, me lleva 20 años.. así que como que no apetece... jajaja...
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Bueno, chicos, lo dicho!
CONTINUARÁ...
BESOS PARA TODOS.
ANGIE.
vaya,vaya, con vecinito del 5ºque apañado,sabe cocinar y por lo que parece muy bién,que cena más romántica. con velita...como terminará......
besitoos preciosa.
Ajú, otro enganche. Como a la bloggera le dé por ahí, nos tiene enganchados hasta febrero :-P
NINFA AZUL:
Eso digo yo! Cómo acabará? que este finde no me ha dado tiempo a escribir nada...
Yo también quiero un vecino así, ninfa! jajaja...
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ALFONSO:
Eaaaa!
Pero si a ti, en el fondo, te encanta que haga estas cosas, recocócelo, jijijiji...
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MUCHOS BESITOS A LOS DOS.
ANGIE.
Sí corazón , lo 'recocozco' ! XD
ALFONSO: n_n
Hola Angie:
En las seriales que daban en los cines de mi infancia y que continuaban el próximo domingo, ) siempre se decía al final del capítulo algo que adaptado podría ser:
"¿Se concretará el plan de Leo?...¿Ella se asustará y huirá?...¿Golpeará la puerta algún inoportuno?...¿Sentirá celos la vecina del piso dos?"
Cariños.
ESTEBAN:
¡Me ha encantado tu comentario!Jejeje...
Igual cojo alguna de las opciones que has dado tú.. :P
Besos. Angie.
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