15 diciembre 2010

Rebelión (II)...


Con Luis al frente subieron las escaleras sigilosamente. Cuando llegaron arriba, advirtieron que el ruido procedía de la barraca y a medida que se acercaban, se escuchaba más fuerte. Al descubrir que alguien se había dejado el grifo de una ducha abierto respiraron aliviados y sin más lo cerraron. Justo al salir de la habitación, escucharon otra vez el mismo ruido. Volvieron sobre sus pasos...

-Otro grifo abierto y de otra ducha. ¡Madre mía! ¿Pero esto qué es? –dijo Águeda extrañada.

Estaban revisando todos los grifos para asegurarse de que quedaban bien cerrados, cuando empezaron a oír más ruidos en el otro cuarto de baño. Cuando fueron a ver, efectivamente había un par de grifos abiertos de los lavabos y una de las duchas.

-¡No puede ser! ¡Más grifos abiertos? ¡Pero si los acabamos de cerrar! ¡Qué está pasando aquí? – gritó Luis con la cara descompuesta.

Ante aquella situación un tanto desconcertante volvieron a revisar cuidadosamente todos y cada uno de los grifos, que parecían abrirse y cerrarse como si de una sinfonía musical se tratara. Cuando acabaron, salieron hacia el pasillo a toda prisa y se encontraron con Diego, que venía en su búsqueda al ver que tardaban en bajar.

-¡Aquí está pasando algo raro: los grifos se abren y se cierran solos a su antojo! -le dijeron apresuradamente.
-¡No digáis tonterías! ¿Cómo se van a cerrar y abrir los grifos solos? ¿No será que alguien se los ha dejado medio abiertos sin querer?
-¡No! –contestaron enérgicamente al unísono- Hemos comprobado dos veces que estaban bien cerrados y aun así algunos han vuelto a echar agua a toda presión.
-Eso no tiene mucho sentido, pero bueno vayamos a ver –contestó Diego con total escepticismo.

Una vez más se disponían a entrar en los cuartos de baños: Diego iba el primero, detrás Luis, y después Isa y Águeda agarradas de la mano. Todo estaba en calma. Diego revisó uno por uno los grifos: todos cerrados y en el más absoluto de los silencios...

-Yo no veo nada raro. No los habréis cerrado bien o será que las cañerías están viejas y las zapatillas un poco pasadas.
-¡Vaya! ¡Ahora parece que son paranoias nuestras! –respondió indignada Isa, mientras Luis y Águeda la apoyaban con el gesto de sus caras.
-Venga, vámonos para abajo que están todos esperando –dijo Diego.

Al salir de la barraca.... “¡Frasssssshhhh! ¡Frassssssssshhh! ¡Frasssshhhh!!!”. ¡De nuevo varios grifos en los dos cuartos de baño se abrían y cerraban sin ton ni son! Diego no tuvo más remedio que empezar a alucinar como lo habían hecho sus compañeros minutos antes, mientras sus caras reflejaban satisfacción por demostrarle que no estaban locos a la vez que desconcierto. Resignados ante lo inexplicable volvieron a cerrarlos uno por uno.

No habían comenzado a bajar las escaleras cuando de repente por el grifo del bidé de uno de los baños de monitores, situado en el otro ala de la casa, el agua empezó a correr a toda pastilla. De puro nervio y sin poder controlarlo Isa comenzó a llorar y Águeda a reírse. Diego y Luis simplemente callaban mientras contemplaban la escena boquiabiertos. Para sorpresa de todos Isa, que era la más miedica, entró en el baño con total determinación.

-¡Vámonos de una vez para abajo, por Dios! –dijo mientras cerraba con todas sus fuerzas el grifo.

El resto de monitores extrañados por la demora no tardaron en preguntarles qué pasaba al verles bajar con la cara blanca, aunque los cuatro testigos del extraño suceso no quisieron decir nada en ese momento en presencia de los niños.

Decidieron continuar con la marcha de lo que restaba de día como si no hubiese pasado nada. Cenaron, hicieron la actividad de la noche con los niños en el porche, tuvieron un rato de oración, los acostaron a todos y por último hicieron la reunión de evaluación. Todo volvía poco a poco a la normalidad.

Terminada la evaluación por fin llegó el rato de relax. Alberto, otro de los monitores, fue a la cocina por algunos snacks y por la botella de ron que estaba celosamente escondida en el estante más alto de la alacena.

-¿Quién ha sido el último que ha estado en el lavadero? Porque se ha dejado el grifo de la pileta abierto... –comentó al volver.




Continuará...


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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Será el fantasma de un fontanero? jejeje
Besotes!!

esteban lob dijo...

Hola Angie:

Jajaja.
Debe ser algún duende contratado por la empresa abastecedora de agua.

Un beso.

Anónimo dijo...

Mmmmmm, se me ha hecho corto...espero más.

Unknown dijo...

IPODGIRL:

Pues mira, quién sabe? jaja..

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ESTEBAN LOB:

un duende que trabaja por productividad, no? cuanto más susto da a la gente más comisiones se lleva, no? jejeje...

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MENDA:

Genial! eso es buena señal entonce! :D

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BESOS A TODOS.
ANGIE.

ALBINO dijo...

Me tienes intrigada con el misterio de los grifos. Y menos mal que son de agua y no de gas.
Buneo, espero al capitulo siguiente.
Besos

ALBINO dijo...

Sigo esperando el tercer capitulo
Mientras tanto, te deseo mucha felicidad

Unknown dijo...

ALBINO:

Siento el retraso! es que ultimamente no me da tiempo a ná, jejeje..

¡Ya está publicada la tercera y última parte! Esperemos que te guste!

Besos.