***
Los momentos mágicos son tan misteriosos y tan asombrosos que llaman poderosamente nuestra atención a la par que parecen pasar desapercibidos. Y eso fue lo que le pasó a Ana. Cuando quiso darse cuenta, llevaban unos minutos besándose. Minutos de los que, por supuesto, había perdido totalmente la noción hasta que tan romántica canción llegó a su fin.
Aunque irreales, Ana incluso creyó escuchar interferencias en el equipo de música, que la trajeron de vuelta al salón no sin cierta brusquedad. Entonces, como si de una pompa de jabón se tratara, aquel momento mágico se desvaneció en el aire.
De repente, todas las señales corporales hacia Leo fueron de rechazo. Con movimientos visiblemente atolondrados, se apartó de él.
-Lo siento, Leo, he de irme.
-Pero Ana..
-¡Necesito salir de aquí! ¡Perdóname! -le dijo ante su atónita mirada.
Ana salió tan aprisa de casa de Leo que ni siquiera cogió su bolso. Cuando llegó a la suya, se quedó sentada en el suelo, apoyada en la puerta. Ella era la primera sorprendida por tan desmedida reacción, tenía las manos sudorosas, el corazón le latía a mil por hora y aún notaba cómo le temblaban las piernas. Y, para colmo, tenía unas ganas de llorar tremendas, aunque no sabía muy bien por qué.
“¡Dios mío! ¿Qué he hecho? ¿En qué estaba pensando? ¡Que es Leo, joder!” ¿Me gusta Leo? Pero si es mi amigo, ¿cómo me va a gustar? ¡No puede ser! Es imposible. ¡No me gusta! ¿O sí? Porque entonces ¿por qué he correspondido sus besos? ¡Javián! ¡Ufff! ¿Y si se entera Javián? ¿Qué pensaría? ¡Dios! ¡No, no me gusta, claro que no me gusta! Además, no quiero meterme en otra historia, no estoy preparada. Aunque me pregunto si algún día lo estaré. ¿Y si me gusta pero no lo sé? ¿Y si estoy confundiendo la amistad? ¿Y si la está confundiendo él? ¡No quiero perder a mi mejor amigo! ¿Qué quiere Leo de mi? ¿Sólo un polvo? Él sabe cómo soy. ¿Algo más serio? ¿Y si sólo se ha dejado llevar por el momento y, en realidad, no quiere nada?...” -Miles de preguntas se su sucedían en su cabeza una y otra vez.
En realidad, la reacción de Ana tenía una explicación muy sencilla: ¡Estaba muerta de miedo!
Miedo de sentirse culpable por estar a gusto con alguien, de volver a disfrutar, a ilusionarse; miedo de volver a abrir su corazón, a sentirse vulnerable; miedo de sufrir otro desengaño, de lo desconocido, de perder un amigo; miedo de pasar página de verdad cerrando para siempre la puerta del pasado; la puerta que, aunque no lo reconociera, se resistía a cerrarle a Javián, a pesar de que él ya no la quisiera; miedo de abrir una nueva puerta y no saber si lo que habrá detrás de ella será mejor o peor; de elegir, de equivocarse; miedo de darse cuenta que Leo le gustaba mucho. Tenía miedo de volver a ser feliz.
“Será mejor que me vaya a la cama a dormir; mañana será otro día”. –pensó.
En el cenicero que había en la mesita de la entrada había un tornillo. Al verlo cuando fue a levantarse del suelo, recordó una frase que siempre decía su madre: “El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”. Se quedó parada unos instantes y entonces empezó a reírse. Cogió el tornillo y salió corriendo.
Cualquiera que la hubiera visto subiendo las escaleras a toda prisa mientras reía hubiera pensado que le faltaba un tornillo. Nunca mejor dicho... Pero es que no era un tornillo cualquiera.
Diiiiiiiiin Doooooooooon –llamó al timbre.
Leo abrió la puerta con el bolso de Ana en la mano.
-Supongo que vienes por esto –dijo abochornado.
-¡Ohhh, mi bolso! –Ana ni siquiera se había dado cuenta del olvido.
-Ana, yo...
-¡Espera, Leo, déjame hablar a mi primero! ¿Ves lo que llevo en la mano?-le dijo enseñándole el tornillo.
-Sí, el tornillo suelto que nos encontramos un día mientras paseábamos. ¿Aún lo guardas? –preguntó sorprendido.
-A pesar de que en aquellos momentos estaba totalmente desencantada del amor y no quería oír hablar de hombres, querías que lo guardara para que, cada vez que lo viera, no se me olvidara nunca que, aunque a veces se sufra, el amor es alucinante y que es maravilloso ser un “loco enamorao”. Me dijiste que el amor y la locura van cogidos de la mano y, sabes, tenías razón, Leo! Por qué vivir intentando buscar razones para todo, pensando las cosas sin cesar, si algo saldrá bien o no, prohibiéndonos dejarnos llevar. Por qué vivir con miedo a ser feliz, con miedo al amor, si el amor es lo más grande del mundo.
-Ana...-dijo, interrumpiéndola- ... sé que en los últimos meses lo has pasado muy mal por culpa de Javián, y que confiabas en mi y en nuestra amistad. No quiero que pienses que me quiero aprovechar de ti. Hace tiempo que quería hablar contigo sobre nos...
-Shhhhh, calla... -dijo poniéndole el dedo índice en los labios- ¿No te das cuenta de lo que te estoy diciendo, Leo? ¡Lo que tenga que ser, será! Mientras... ¡Bésame, tonto!
Aunque irreales, Ana incluso creyó escuchar interferencias en el equipo de música, que la trajeron de vuelta al salón no sin cierta brusquedad. Entonces, como si de una pompa de jabón se tratara, aquel momento mágico se desvaneció en el aire.
De repente, todas las señales corporales hacia Leo fueron de rechazo. Con movimientos visiblemente atolondrados, se apartó de él.
-Lo siento, Leo, he de irme.
-Pero Ana..
-¡Necesito salir de aquí! ¡Perdóname! -le dijo ante su atónita mirada.
Ana salió tan aprisa de casa de Leo que ni siquiera cogió su bolso. Cuando llegó a la suya, se quedó sentada en el suelo, apoyada en la puerta. Ella era la primera sorprendida por tan desmedida reacción, tenía las manos sudorosas, el corazón le latía a mil por hora y aún notaba cómo le temblaban las piernas. Y, para colmo, tenía unas ganas de llorar tremendas, aunque no sabía muy bien por qué.
“¡Dios mío! ¿Qué he hecho? ¿En qué estaba pensando? ¡Que es Leo, joder!” ¿Me gusta Leo? Pero si es mi amigo, ¿cómo me va a gustar? ¡No puede ser! Es imposible. ¡No me gusta! ¿O sí? Porque entonces ¿por qué he correspondido sus besos? ¡Javián! ¡Ufff! ¿Y si se entera Javián? ¿Qué pensaría? ¡Dios! ¡No, no me gusta, claro que no me gusta! Además, no quiero meterme en otra historia, no estoy preparada. Aunque me pregunto si algún día lo estaré. ¿Y si me gusta pero no lo sé? ¿Y si estoy confundiendo la amistad? ¿Y si la está confundiendo él? ¡No quiero perder a mi mejor amigo! ¿Qué quiere Leo de mi? ¿Sólo un polvo? Él sabe cómo soy. ¿Algo más serio? ¿Y si sólo se ha dejado llevar por el momento y, en realidad, no quiere nada?...” -Miles de preguntas se su sucedían en su cabeza una y otra vez.
En realidad, la reacción de Ana tenía una explicación muy sencilla: ¡Estaba muerta de miedo!
Miedo de sentirse culpable por estar a gusto con alguien, de volver a disfrutar, a ilusionarse; miedo de volver a abrir su corazón, a sentirse vulnerable; miedo de sufrir otro desengaño, de lo desconocido, de perder un amigo; miedo de pasar página de verdad cerrando para siempre la puerta del pasado; la puerta que, aunque no lo reconociera, se resistía a cerrarle a Javián, a pesar de que él ya no la quisiera; miedo de abrir una nueva puerta y no saber si lo que habrá detrás de ella será mejor o peor; de elegir, de equivocarse; miedo de darse cuenta que Leo le gustaba mucho. Tenía miedo de volver a ser feliz.
“Será mejor que me vaya a la cama a dormir; mañana será otro día”. –pensó.
En el cenicero que había en la mesita de la entrada había un tornillo. Al verlo cuando fue a levantarse del suelo, recordó una frase que siempre decía su madre: “El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”. Se quedó parada unos instantes y entonces empezó a reírse. Cogió el tornillo y salió corriendo.
Cualquiera que la hubiera visto subiendo las escaleras a toda prisa mientras reía hubiera pensado que le faltaba un tornillo. Nunca mejor dicho... Pero es que no era un tornillo cualquiera.
Diiiiiiiiin Doooooooooon –llamó al timbre.
Leo abrió la puerta con el bolso de Ana en la mano.
-Supongo que vienes por esto –dijo abochornado.
-¡Ohhh, mi bolso! –Ana ni siquiera se había dado cuenta del olvido.
-Ana, yo...
-¡Espera, Leo, déjame hablar a mi primero! ¿Ves lo que llevo en la mano?-le dijo enseñándole el tornillo.
-Sí, el tornillo suelto que nos encontramos un día mientras paseábamos. ¿Aún lo guardas? –preguntó sorprendido.
-A pesar de que en aquellos momentos estaba totalmente desencantada del amor y no quería oír hablar de hombres, querías que lo guardara para que, cada vez que lo viera, no se me olvidara nunca que, aunque a veces se sufra, el amor es alucinante y que es maravilloso ser un “loco enamorao”. Me dijiste que el amor y la locura van cogidos de la mano y, sabes, tenías razón, Leo! Por qué vivir intentando buscar razones para todo, pensando las cosas sin cesar, si algo saldrá bien o no, prohibiéndonos dejarnos llevar. Por qué vivir con miedo a ser feliz, con miedo al amor, si el amor es lo más grande del mundo.
-Ana...-dijo, interrumpiéndola- ... sé que en los últimos meses lo has pasado muy mal por culpa de Javián, y que confiabas en mi y en nuestra amistad. No quiero que pienses que me quiero aprovechar de ti. Hace tiempo que quería hablar contigo sobre nos...
-Shhhhh, calla... -dijo poniéndole el dedo índice en los labios- ¿No te das cuenta de lo que te estoy diciendo, Leo? ¡Lo que tenga que ser, será! Mientras... ¡Bésame, tonto!
Nota: Esta es la última parte del relato. Al menos, de momento porque, es probable que me invente en un futuro más historias sobre Leo y Ana. ¡Espero que os haya gustado y hayáis disfrutado leyéndola tanto como yo escribiéndola! Ahhh, y gracias por los días de espera.
28 comentarios:
Olee, y acabaron besándose!!!! Siiiiiii, que me gustan los finales felices, ajajjajaja.
No dejes de escribir así, eh?
( Y el amor NO es una mierda, la mierda son ciertos humanos)
Se acabaron besando y haciendo el amor toda la noche...estos son los finales que a mi me gustan angie....Oye escribes muy bien...Lo sabias? UN BESO...
Suscribo la frase entre paréntesis de Menda. A estas alturas la llamaré Mendátoles
Por otro lado la historia es buena, con su reflexión y su moraleja. Es bueno que alguien haga finales felices y no como yo que soy un poco más macabro y escatológico jajaja
Un abrazo
Perdón
Será Mendáteles. Lo he decidido
MENDA:
Bueno, más bien eso sólo fue el principio del final, aunque no lo haya contado, jeje..
A mi también me encantan los finales felices! Soy una romántica sin remedio...
Intentaré no dejarlo, Menda! :)
(Y lo sé, lo sé... solo que me he encontrado con muchos de esos, que hacen que mi otro yo se rebele a veces... Pero, a pesar de todo, sigo creyendo en el amor; si no, entre otras cosas, no sería capaz de escribir historias como éstas si no creyeran que existen).
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ALIJODOS:
Lo mismo que le he dicho a Menda, la historia lleva ese final implícito (hablando en plata... que se jartaron, vaya... jajajaja!)
Queda muy mal decir que sí que lo sabía? jajajaja... No, ya en serio, la verdad es que con críticos como vosotros, que pocas veces no os gusta lo que escribo, al final, voy a acabar creyendo que soy un crac, jeje..
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BESOS A LOS DOS.
ANGIE.
YANDROS:
¿Mendáteles? jajajaja...Auqnue, con lo que nos gusta filosofar a todos, tendríamos que buscar más de un nombre. A ti te pondría... mmmm.. por lo menos, por lo menos, Yandrokant (eres tan enrevesado como él, jajaja). Aunque no sé si te gusta o te recordará mucho a Sandokán, jaja..
Bueno, entonces te ha gustado la historia, no? Si en el fondo eres un romántico (como bien dejas ver de vez en cuando...). Ya sabes que me encanta que te gusten mis historias! :D
Un beso. Angie.
El miedo paraliza.
Menos mal que encontro el tornillo.
Esta bien donde acabas la historia, el resto ya nos lo imaginamos.
Excelente pintura, tienes buen gusto.
JORGE:
El miedo es la excusa perfecta para no intentarlo... Y sí, suerte que una cosa tan simple como un tornillo, la hiciera reaccionar...
Sí, y eso es lo mejor.. que como la imaginación es libre, cada uno que se imagine la noche como quiera, jejeje...
Excelente pintura! Tengo tan buen gusto como tú, jijiji.. :P
Besos. Angie.
Bueno, ésto es un final, o mejor dicho 'principio' feliz.
Si es que el amor nos vuelve atontados, pero anda que no mola ;o)
Tengo un ojo para ti
he leido sexo?
NADIA:
Tú lo has dicho! Un principio feliz! lo demás.. Dios dirá...
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S:
¿Que tienes un ojo para mi? ¿Pero tuyo? Mira que yo no quiero que te quedes tuerta por mi culpa eh??? jajaja...
Lo del sexo.. entre líneas...tela! jaja..
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BESOS PARA LAS DOS.
ANGIE.
Ummm final feliz, yo me los hubiera cargado a los dos en un terremoto o una epidemia o algo y haberlos resucitado reencarnados en otro sitio jjj, pero me ha gustado :)
ALFONSO:
Mira que te gusta ser fantástico, eh? jajaaja... Este "final" está mejor, más bonito, hombre, jajaja!
Un beso.Angie.
Uyyy esto termina bien pero, niña esto da para mas, ¿o es que ya esta sellado el amor?
Esperamos a ver que sucederá.
Besos
LOLES:
Qué va, qué va! como bien dices, esto da para más! Para nada está sellado ahí. Lo difícil es inventarse más historias! jeje. Pero por supuesto, que cada vez qe se me ocurra alguna situación de la historia, lo primero que haré será regalárosla! ;-)
Besos. Angie.
Comentario deportivo:
" Parecía que iba a ser un partido de alta emoción y muchos goles, hasta que de súbito Ana perdió poder ofensivo y se refugió en una actitud de retaguardia inexplicable.
Sin embargo, en el segundo tiempo, tras los consejos del entrenador (su conciencia), Ana volvió al ataque y armaron con su rival (ocasional) un partido apasionante".
Por qué nunca me pasa lo que a Leo?
Muy buena la historia y termina como le gusta al público. Los veo de pie aplaudiendo y a varias llorando por verse en el papel de Ana.
Te mando un beso.
ESTEBAN:
jejeje... muy bueno tu comentario!
Suerte que Ana tiene un buen entrenador y al final consiguió jugar un buen partido!! y digo que fue buen partido porque si fue apasionante, no pudo ser malo en la vida! :D
Besos. Angie.
GAMAR:
Vaya que sí! y yo la primera, jaja, que a mi tampoco me pasan muy a menudo cosas como ésta.. Seguro que también ha habido más de uno llorando por verse en el papel de Leo..
Un besote. Angie.
Seguro que tiene que haber una segunda parte. Esto no es un cuento, es el principio de una novela, quizá un tanto intimista, sin exteriores, pero con las tres patas fundamentales. La mujer que esta con dudas, el compañero que se está alejando y el amigo que se está aproximando.
Estoy seguro que Ana tomará una decisión. Pero tambien lo estoy de que no será la definitiva.
¿Y si aparece algún otro vecino en la casa?
¿Y si Leo desaparece?
La unica seguridad que tengo es que no se volverá a refugiar en Javian. Ese tiene toda la apariencia de caso cerrado.
Un beso
ALBINO:
Me gusta la reflexión que haces. Entonces crees que Ana cambiará de opinión,que es una indecisa? Está claro que esta historia tiene mucho jugo que sacarle. De momento, no tengo escrito nada más, pero escribiré más cosas sobre Leo y Ana seguramente. De Ana seguro, porque se va a convertir en la protagonista de la mayoria de historias que me invente ;-)
Un beso. Angie.
que bonito, yo tuve una experiencia parecida jeje
HAPPY EYES:
Cómooooooooooo??? Y estaba tan buenorro como Leo??? jaja..
Cuenta, cuenta! que la mitad de los de aquí hemos dicho que qué lástima que no nos pasen nunca cosas de esta, jajaja!
Besos. Angie.
Bueno, no dije que nunca, pero de chico era, según ellas, el mejor amigo de varias chicas preciosas que me hubiese gustado morder un poco, pero no. No más de un par.
Beso
GAMAR:
Pues tenías que haber intentado morderles (con cariño), a ver qué pasaba... igual te hubieras llevado otra grata sorpresa, jeje..
Besos. Angie.
Si es que Cupido no existe.Eres tú la reina del Romanticismo,guapa.
AGATA:
jajajajaja...sí, no negaré que soy una romántica sin remedio. Un ex mío siempre me decía que soy "extraordinariamente dulce" y no sé si estará feo que yo lo diga pero.. tenía razón, vaya!:P
Besos. Angie.
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