Hola Perico...

(*)

“Hola, Perico:

Aún no sabes qué es “El Mundo de Angie”, pero qué más da... Hace casi dos años y medio escribí en él un post sobre una cigüeña que, lamentablemente, semanas más tarde resultó perderse por el camino. Tan triste me sentí cuando supe que la cigüeña te había extraviado que no me apeteció dejarlo allí por más tiempo, así que lo borré. Era como si haber hablado tan pronto de ti, te hubiera traído mala suerte. Meses después, volvieron a encargarte, aunque esta vez apenas se enteró nadie. Casi nadie en la familia y nadie que leyera mi blog. El chasco de la primera vez me hacía temer contarlo (probablemente, influenciada por una absurda superstición) por si las cosas volvían a salir mal. Como así fue. La cigüeña estúpida volvía a perderse y los renglones volvían a salir torcidos.

Hoy, mucho tiempo después, cuando parece que, por fin, todo va sobre ruedas me atrevo por primera vez a volver a hablar de ti en este rincón tan especial para mi...

¡Dentro de 2 meses por fin veré tu carita! ¡Qué ganas tengo que llegue ese momento! Aún no sé cómo serás, aunque esa carita ya me la he imaginado yo un millón de veces y seguro que es preciosa... Desde hace algún tiempo sabemos que serás niño, un niño maravilloso al que estoy deseando coger en brazos. Te quiero desde que supe que existías, así que ¡para mi ya eras especial desde el primer instante! Ya estabas lleno de VIDA aunque fueras “pluscuanenano”...

¡Qué emocionante fue la primera vez que acerqué mi mano a la barriga de tu mami, que ya es bien redondita (ahora más porque en la imagen estaba de seis meses) y, enseguida, te sentí! Seguro que me chocabas “esos cinco“ porque sabías que era yo, la tita Angie.

Ya me siento tita de Eli, que ya está hecha toda una princesita, de Fernandito, que hace unos días cumplió un añito y está precioso, de mis niños grandes de Almería, que siempre serán “mis niños” e, incluso, de Carlitos, el hijo de una amiga que hace algún tiempo por primera vez me dijo mientras me enseñaba un juguete: “tita, mira esto... ¿juegas conmigo?” y a mi se me cayó la baba... Así que, como ves, he tenido la suerte que Dios me regalara muchos sobris antes que llegaras tú y me siento afortunada por ello.

Pero sabes... te contaré un secreto... entre tú y yo... ¡También estoy deseando ser TU TITA ANGIE! Esa que estará encantada de jugar contigo y volar por los divertidos mundos de la imaginación. Esa a la que le encantará conversar contigo cuando tengas esa “media lengua” tan graciosa que tienen los niños pequeños. Esa que te llevará al parque de María Luisa a pasear para que desde chico te enamores de sus rincones. Esa que estará encantada de reír a carcajadas contigo. Esa que se encargará de que seas feriante y carnavalero (que de que seas sevillista ya se encargará tu papi y el abuelo Pedro, jaja..). Esa para la que no importará nunca la hora que sea si me necesitas. Esa que, pase lo que pase, siempre te escuchará y te tenderá la mano si la necesitas. Y cuando no la necesites también. Esa que siempre estará ahí para quererte sin condiciones. Aunque estoy segura que tú eso ya lo sabes. Lo sé igual que yo sé también que me querrás siempre, ¡que tú no me fallarás nunca! Otros hombres sí lo hicieron pero tú, mi pequeño hombrecito, sé que no lo harás...

Cuando nos demos cuenta, ya estará aquí el mes de julio y estarás listo para venir. Te advierto que este mundo a veces es un poco duro, otras muchas, injusto e incluso, a veces, es insoportable, pero a pesar de ello... también es maravilloso, ¡ya lo verás! Cuando nazcas, aunque yo no tenga 102 años, te contaré lo que Josep Mascaró le dijo a la pequeña Aitana nada más nacer. Para que se te quede bien grabado y le hagas caso, ¿vale? Que son palabras sabias aunque a veces nos cueste creérnoslas o las olvidemos...

Ya va quedando menos para que por fin pueda darte el primero de un billón de besos, cielo. Así que, tú a lo tuyo... ¡Sigue creciendo fuerte y sano!

¡Que aquí estamos todos esperándote con los brazos abiertos, Perico!

¡Hasta muy pronto, chiquitín!
Te quiere, la tita Angie.”

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(*): Pongo esta canción de Pasión Vega que, como ya sabéis algunos, me encanta. Aunque no habla de una tía y su sobrino, que cuenta la historia de amor de una madre y su hijo, da igual, se me vino a la cabeza nada más empezar escribir esta carta para mi sobrino. Me enamoré de la canción desde la primera vez que la escuché. Una guitarra única, una letra preciosa y, cómo no, ¡una voz de seda para cantarla! Derrocha ternura y sensibilidad a raudales. Espero que la disfrutéis tanto como yo cada vez que tengo el placer de escucharla.